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Sabes que todo se pasa, que lo que hoy reposa en ti como una nube negra alrededor de tu cabeza, mañana no será más que lluvia... agua que, al fin y al cabo, se seca.
Pero, a veces, dormir no apacigua nada. Dormir puede conseguir ser la solución, si estás dormido no sientes nada, si estás dormido no hay nada que pueda hacerte daño.
Quién te arranca esa parte de ti que te quema, si no sabes situarla físicamente. Si mentalmente no desaparece ni se aleja. Si lo que te hiere no existe, si no puede hablarte ni explicarte qué ocurre. Si todo se tiñe de lentitud y malestar, si puede que lo hayas creado tú.
Entonces cómo te convencen de que se pasará, si el presente es un reto y cada momento se vuelve tenso e irrespirable. Cómo están tan seguros si aquí no cambia nada y el tiempo va en contra y no quiero darme la vuelta y ver lo que hice mal y que todo está tan lejos...

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Se parte en dos sin emitir sonido. Sin perder la más mínima concentración.
La oscuridad escondió del día toda la parte vacía de la voz de una canción reescrita para mí, un color que no existía entonces.
Reconstruí las partes en el momento en que llegaste.
Conseguiste que el suelo no estuviera frío y que la noche corriese deprisa, cual rayo que ilumina la porción de cielo en la que cae, como una caricia.
Y ahora todo es así, casi como lo había diseñado, un poco más a la aventura y un argumento mejorado que soy capaz de estropear.
Y ahora huele todo así, muerta de miedo.

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Con las manos más frías de lo normal e inoportuna fuga de palabras. Cuando pensar pierde el sentido y el no hacerlo te deja en peor situación que al principio. Donde nace un ligero brillo en los ojos y el calor de tus mejillas queda disimulado por la noche. Como imaginaste una vez que sería, lejos de las películas.
Allí te vi pasar. Pasada la medianoche. No debí pensar.

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Muchas veces, a lo largo y ancho de todas las divagaciones sonámbulas que hacemos los humanos por todos los pequeños espacios del mundo que sentimos que nos pertenecen, nos encontramos de frente con algo (o alguien) grande. Grande que te envuelve todo lo que tú eres y te enseña todo lo que no; que te obstruye cada pensamiento a su favor y ni te das cuenta pues estás totalmente abstraido en esa idea de persona que parece ser redonda y perfecta.
Pero aun cuando estás descubriendo todo lo bueno que puede ser, el suelo se abre ante tu mirada estupefacta y esa perfección cae por su propio peso, como si nunca hubiera tenido materia suficiente como para quedarse en el lugar correcto, el cual parecías ser tú.
Entonces, desconcertado, observas como todos tus rincones empiezan a llenarse sin querer de algo mejor, algo diferente, algo realmente extraordinario. Caes en la cuenta de que las convicciones que parecen ser firmes, pueden ser derrotadas en menos de un segundo por eso que se parece un poco más a ti, razón suficiente para desear no volver a mirar atrás. Razón con la que se ha de lidiar a partir de ese momento, la necesidad y la entrega hacia lo que creías improbable pero se presenta tan tangible que da miedo hasta acercarse.
Y sin saber si en algún lugar reposa paciente lo verdaderamente excelente...

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Es tiempo de retirarse en el momento preciso en que crees que algo se empieza a agrietar, tiempo de no decir ni una palabra y guardarse todo dentro antes de caer dormida. Es tiempo de poner distancia entre tus pasos y los pasos de los que pueden dejarte malherida. Es tiempo de esperar paciente y no esperar absolutamente nada; tampoco es tiempo para pensar de más. Es tiempo de retraimiento, lejanía y quizá, pero tan sólo quizá, tiempo para sorprenderse.

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Es una calle estrecha, hecha para la espera. En sus casas los interruptores juegan a esconderse, alargando el temor a la oscuridad. Las puertas chirrían antes de abrirlas, como ese tipo personas... Sus habitantes marean las hojas de los árboles que acaban cayendo, dejando las ventanas vacías y las calles de alfombra. Brillan las ausencias en cada pensamiento y no existe la noche, nadie puede dormir. No se duerme en este barrio. Siempre fui de ese tipo de personas, de las que chirrían. Esas que ponen las esperanzas que le permiten los pies y las ilusiones que caben en sus manos, pero no todas. Jamás fui de las otras, de las buenas. De esas que parten rayos sólo con mirarlos y no temen a la oscuridad y aman los árboles sin hojas en invierno e inventan la noche si no llega y por mucho que pasen los años, no se oxidan.

[...]

No hago magia pero que nadie me diga que no tengo poderes, que nadie me diga lo contrario. He escrito suelos y papeles y los he lanzado al aire para que llegasen a tus pies. Te he convertido de fantasma deambulando fuera de mi mundo a una realidad dentro de él, solo que ahora no sé si se podría decir que esto es una pausa, el esperado principio o un inevitable final. Pero al menos ya existimos...

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Nace un mes nuevo y yo te pienso, te pienso, te pienso
pero hasta el papel me hace más compañía,
un papel sabe escuchar.
A cada letra alargo la distancia, no es mi voz la que ha hablado
sino el frío que me llena en tus abrazos
y no me hace falta más invierno.
Diciembre sólo trae un rostro que no coincide con el tuyo
pero algo aún huele a ti y te pienso, te pienso...

[...]

Riámonos del viento, es más fácil,
una simple buena cara se la lleva el mal tiempo.
Amemos arañándonos las almas,
que sangrar con gusto salva vidas.
Miremos más arriba, al cielo,
pues éste nunca se va, nunca te acaba fallando.
Cortemos las correas del reloj,
atarse a él hace que perdamos lo que no se olvida.
Y cantemos, que los cristales como mucho se empañan,
jamás se rompen...

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Tengo un roto en el pantalón con el que a veces duermo. Supongo que se agranda cada noche un poco más, pero no lo noto. El día que menos piense, me lo encontraré demasiado rasgado y no podré volver a ponérmelo. Aunque le coges cariño a algo, los pantalones, al fin y al cabo, se reemplazan.
¿Pasa lo mismo con los descosidos del alma? ¿Se hacen más grandes cuando duermo, sin que me dé cuenta? ¿Llegará un día en que se hagan demasiado grandes que no haya forma arreglarlos? ¿Existen almas de repuesto por si ésta se me vuelve demasiado inservible?

*A todo el mundo le encanta saber que estás ahí, y gratis...

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Eres tangible. Tan predecible como un láser sin retorno apuntando a tus sienes. Tan alcanzable cual gas mortal inapreciable que se eleva del pulmón a tu cabeza. Cosas que no se oyen.
En este mundo paralelo yo te respiro y tú me expiras, me lastimas reteniendo el aire y caigo, más abajo y nunca dejo de caer, y más abajo aún, para dormir tranquila.
Por eso te tengo. No te tengo. Mi percepción distorsionada acerca de esta pertenencia me lleva a afirmar que entonces existes, pero no existes, por la razón ya mencionada.
Entonces estás y eres, no para mí, lejos de mí, a pesar de mi existencia colindante.
Entonces qué, te pregunto. Y no te pregunto, aunque siempre respondes.
Respondes, silencio. Mis silencios estresores.


*Y tan sólo darse cuenta de que caes en una realidad cuando es otro alguien quien la corrobora ante tu perplejidad.

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Eres un ser caminando una mañana temprana de noviembre que estrena la porción de sol que le ha tocado, con un gorro negro en la cabeza para no dejar escapar ideas de más. Eres una imagen en tres dimensiones algo difusa y confusa para los restantes millones de personas con las que compartes humo en tu ciudad.
Eres una ráfaga de aire para el que te intuye con prisa y un fantasma de ojos tristes reencarnado para el que te alcanza a mirar a la cara. Eres alguien de luto para la niña colegiala colorista y un ser raro para los pares de miradas arrugadas que caminan cogidos de los brazos.
Eres un fragmento de ti misma representado a segundos en el escenario de tu vida, eres un pedacito de lo que fuiste hace unos años y lo demás es una obra en construcción sin fecha de final. Eres una ilusión en tu cabeza que no consigue comprimir esa belleza de la que hacen gala los artistas y poetas que lograron cautivarte. Eres más que un hecho, eres el más vivo recuerdo de un alguien que serás algún día.
Eres quien no puede dejar de lado la pesadilla de convertirse en esa persona que recuerde con odio la que fue por no saber hacerlo mejor, la que es hoy, la que está aquí, la que escribe sin papeles pues los pierde, la que tiene miedo de preguntarte lo que no sabe, la que ahuyenta el tiempo e intenta el día y habla en balde.

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Hablaré de ti, desconocido. Con todas las grapas de mi ser.
Con todas las ansias de flotar por este humo amarillo que inventé.
Colgada de un espesor de donde no puedo caer. Soy del revés.
De noche me entra el hambre de conocer lo que no sé.
De día te arrastro a lo más profundo de mi piel.
Luego te vuelves noche de nuevo y después echo a correr.
No es segura esta distancia.
Me temo que he de desconocerte, desconocido.
El aire aquí no deja de escocer.
He amarrado el barco a la certeza de no volverte a ver.
Sin mares ni planes, ni claros horizontes de papel.
Ellas se apoderan de cada pobre recuerdo. La jovial tristeza. La dura cobardía.
Borré tu amanecer rompiendo mi dibujo.
La cera amarilla se volvió humo, y empezó a oler.

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Vidas que nacen y mueren; vidas que caminan ausentes o presentes, que difuminan pasos de cebra para vivir en gris. Vidas que gastan más de lo que tienen, que se desgastan y no son conscientes. Vidas que miran sin actuar, vidas que actúan sin pensar. Vidas que encuentran y luego pierden, vidas que destruyen otras vidas, que se destruyen a sí mismas. Vidas, allá a donde vayas, que aman y lo proclaman, o que odian y no hacen más que conjurar. Vidas que rebotan en las paredes, se caen y se vuelven a levantar. Vidas, todas valen la pena, la mente luego las perturba. Vidas que necesitas, vidas que te llaman a vivir... Vidas que gritan y estiran sus hilos de vida. Vidas... las que se derriten en las calles, las que observo desde mi ventana. Vidas que tienes en tu vida, a las que quieres ver esbozando una sonrisa...

[ _____ ]

No todos hemos merecido el premio de ser felices. Puede que un día, mientras descubres el valor de la luz del sol estando en los bajos de tu alma, te topes conmigo. Te invitaré a pasar, charlaré contigo de la vida y de la gente, te regalaré un poco de agradecimiento; y te pediré que, por favor, al salir cierres con llave y apagues la luz. Olvida todo, olvídame, y sólo así podremos continuar tejiendo la soledad que hemos venido a compartir.

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Y el día pasó arrastrando la mirada por el pavimento y recogiendo toda la mierda, incluso la que uno mismo genera, para después, transportarla a casa sin que apenas pese y desprenderse de ella por cada rincón de los pasillos, para después tropezar con ella un lunes a las siete de la mañana con los ojos entreabiertos percibiendo aún desde el sueño, y caerse redondo al suelo, de donde nunca debió levantarse.

Y el día pasó. Y poco más.

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Tengo el alma y el pincel,
ahora ¿quién me dice qué hago con él?
Ya no me basto por mí misma,
ya no hay pistas, no hay nada
y no me llaman derrotista
por perder sólo una batalla.
No hay eterno sufrimiento,
pero no hay sombra que aparte este complejo
de no saber rimar los días,
de no tener fe en la vida,
que sólo son ecuaciones que no despejo.
Intento ver la luz, pero me mareo.
Siento que no hay medida, no hay libertad
y si la hay, la doy por abatida.


"Es preciso, ante estas ciudades, suspender el juicio hasta un día, hasta que repentinamente -o quizá poco a poco aunque esto apenas es creíble- tome forma una cosa que adivinamos que está presente y que no vemos, hasta que esa sustancia que se arrastra ahora por el suelo se solidifique, hasta que los que ahora ríen tristemente aprendan a mirar cara a cara a un destino mediocre y dejen vacías las construcciones redondas o elípticas de cemento armado para recogerse en la intimidad estrecha de sus casas".

Tiempo de silencio, Luis Martín Santos

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Otra vez esta manía tuya de regocijarte en la trascendencia. Por qué querer llegar un poco más allá del límite, una linea tan fina y leve y, a su vez, tan aplastante y pesada e incluso peligrosamente cercana. Por qué tratar de encaminar tu existencia hacia esa inexorable duda de la veracidad de todo aquello que lates. Por qué esas ganas de adentrarte tú sola en esa cruda niebla que no es capaz de sostener ni una mínima parte del pensamiento que ahora rumias dejando de lado cualquier razón o cualquier halo de realidad y el recelo que todo ello te produce. Y es que no te sirve la tan dura evidencia, lo que se estrella sin remedio y se dirige sin vacilar contra todos y cada uno de tus inestables sentidos, que aún pretendes ahondar más en esta profunda mirada de tristeza que puebla tu alma y todo lo que eres, sin saber siquiera si eres algo o cómo denominarte en cualquier caso. Ansias irracionales de buscar y palpar toda la materia que te envuelve en un sinsentido que otros llaman vida, destino, suerte o azar, desmenuzando las lineas que forma el aire y los chorros de viento que sesgan tu percepción de un mundo que ha perdido para ti todo el misterio que una vez pudo tener. Has partido los esquemas, has tratado de huir de la normalidad y ahora es ella la que te persigue intentando persuadirte de que no eres nadie más, nadie mejor que el resto, nadie que merezca el privilegio de pensar por sí mismo o de sentir algo que no venga en un diccionario, nadie que pueda evadirse y no forme parte de la burbuja. Absolutamente nadie.

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Y ahora que me encuentro a menos de un renglón de comprender el porqué de estos vacíos...

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Hace casi dos décadas me puse en pie porque era lo que se esperaba de mí. Motivos de supervivencia. Puede que también fuera porque mi escaso conocimiento del mundo me permitió intuir que podría verlo mejor desde más alto y, en consecuencia, entenderlo mejor. Debe haber una relación inversamente proporcional entre la altura y el entendimiento porque, tras todas mis vicisitudes personales, siento más ignorancia y menos comprensión que aquella primera vez en que di un paso por mí misma. Ahora el suelo parece agrietarse tras de mí más que el cielo, que ya no me llora encima por miedo, porque he teñido de sórdida una mirada que lleva tiempo perdida y sin sosiego. Años después y yo igual de pequeña, en ciudades de gigantes abatidos por el temporal, idolatrando las verdades de los que se creen sabios y ofreciendo un hombro donde reposar las mentiras de los petulantes. Especulando con su tiempo y mis distancias, he perdido la palabra engrandeciendo los oidos a la escucha ingrata y, no siendo santa ni demonio, he reconstruido mi vida en la observación indiferente de las andaduras de la gente y he aprendido a discriminar aquellos en los que reina la armonía o el mismo caos que han pretendido venderme, bordándome los sentidos, enloqueciendo mi voluntad. Sigo sin entender, pero ya no vuelvo a formar parte de la repugnancia de nadie, de los vicios de los que se restriegan en el espejo, de los que se pudren con falsos besos y muestras de cariño al peso, de vuestras sombras burlescas y deformes. No conseguiré entender, y tan sólo acabaré aumentando el inventario de errores.

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Cautela, señorita. Lo que sientes no es real. Llego a esa conclusión parándome innecesariamente ante el rojo de un semáforo de madrugada. Mi fallo es tratar de encontrar lo que no existe. Creer en las cosas que no son, ni tienen oportunidad de ser. No dejo de preguntarme si el motor de la existencia se halla en la naturaleza de cada uno. Si se decide, o te lo encuentras un día de frente. Si nos limitamos a sentir lo que venga o desechamos a nuestro antojo aquello que no logra convencernos. No me mires mal si algún día me sorprendes pidiéndote un sentido, aunque probablemente no obtendré respuesta alguna. Nadie logra contestar, ni siquiera sin usar las palabras. Prefiero que no usen las palabras, gracias. Pero ya no sé quién besa o abraza de verdad. Sin embargo, he sobrevivido, aunque no le des demasiada importancia. Sigo viva cuando vuestras miradas se alejan, aunque os cueste caer en la cuenta. Una vez me preguntaron y contesté que no. Ya es por manía. Pero es la verdad, hace tiempo que no sé escribir ni me gusta lo que escribo, porque hace tiempo que no sé sentir. Lo que siento no es real. Aun cuando el aire azota todas mis capacidades sensoriales, es sólo un instante, y después desaparece. Todo es efímero, relativo, incandescente. Nada permanece. Alguna despreciable pieza de esta máquina imperfecta no cumple su función y sólo consigo reiniciarme. En lo que hoy puedo creer, mañana habrá desaparecido. Es dificil confiar en uno mismo así. Y no dejo de subir a la superficie a respirar mientras pienso: "quizá sea esta vez", para volver a dejarme caer en manos de las mareas. No pasa nada, no es real. No le des tanta importancia. Un poco de calma...

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La gravedad me ha caído en el pie, y yo he caído en picado.

"Nada parece que haya cambiado. Fuera de las sombras irreales de la noche regresa la vida real que habíamos conocido. Tenemos que volver a tomarla desde donde la habíamos dejado y se apodera de nosotros un sentimiento horrible de necesidad de que continúe la energía en el mismo círculo de costumbres estereotipadas y aburridas, o quizá un anhelo salvaje de que nuestros párpados se abran alguna mañana en un mundo que hubiera sido remodelado de nuevo en la oscuridad para placer nuestro, un mundo en el que las cosas tuvieran formas y colores nuevos, y cambiado y con otros secretos, un mundo en el que el pasado rendría un lugar muy pequeño o ninguno, o sobreviviera de todos modos en una forma inconsciente de obligación o arrepentimiento, ya que hasta la rememoración de la alegría tiene su amargura y los recuerdos del placer tienen sus penas".

El retrato de Dorian Gray - Oscar Wilde

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Siete campanadas quiebran el silencio. Ya las había escuchado antes, las mismas, solo que parecía que había pasado demasiado tiempo. Eran las mismas que me devolvían a casa las largas tardes de colegio, mientras pasaban las horas y el paisaje gris y rojizo de los ladrillos al otro lado del aula, significaba libertad. Pero ahora, no sé si afortunadamente, me encuentro en otro lugar. Una primera planta de otro edificio, una habitación rectangular vacía, iluminada por unos pequeños focos en el techo y lo que queda de la luz del día irrumpiendo por una ventana detras de mí. Hay diez sillas de color amarillo pálido que llenan la estancia y yo ocupo una de ellas, la que está frente a la puerta. Desde ahí diviso otra en la que se lee un cartel de "Privado". Las paredes están pintadas de un color azul pastel, lo que me evoca inevitablemente a los juguetes de los bebés. Si tengo que esperar, no me importa hacerlo aquí. Hay algo en este lugar y en este silencio que me hace sentir cómoda.
Las paredes están colmadas de cuadros, los hay de varios estilos y temáticas, pero mi atención repara sólo en uno. Se encuentra a mi izquierda y está compuesto de tres partes: un cielo oscuro que anuncia tormenta contrastando con una Torre de Pisa lejana; un campo de espigas y, por último, en la mitad del cuadro hay un primer plano del rostro de una mujer cuya mitad izquierda se encuentra difuminada hasta que el marco establece el límite. Es una composición extrañamente familiar, no tanto por el paisaje como por los signos de falta de identidad expresados en el rostro de esa desconocida, probablemente inexistente, mujer de pintura. Quizás ella también se encuentra perdida. O ve su destino torcido como la torre que vela tras de sí. Me pregunto a cuántas personas habrá visto en esta sala, personas como yo que se la quedan mirando mientras el tiempo pasa, despacio pero paciente, lento pero sosegado. Me pregunto si ella también se encuentra esperando a que ocurra algo, así, como yo lo hago.

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No quiso ser menos, no pudo ser más,
ni supo qué esperar sentada frente al mar.
Y cuando no hubo mar se puso a volar,
jugando a quererse en cualquier parte,
jurando no regresar.

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Ya soy asíntota (sin llegar jamás a tocarte por más que me acerque).
Puedo arañar tu pared y morirme de placer.
O acabar quemándome las yemas de los pies.
No necesito saber el resultado.
Me retumbas por todas las cavidades de la piel.
No sé olvidarme de los detalles.
Tampoco soy quién para querer ir a buscarte.

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Me conozco este suelo como la palma de mi mano. Me sé de memoria estos cielos que para mí ya llueven gris. He recorrido cientos de veces las aceras que no llevan a ningún lado, y mucho menos a casa, cuando es lo que más necesitas.

Miles de fachadas han sido testigos de lo mejor y lo peor de mí. He querido, odiado, gritado, besado, llorado... He perdido y he ganado, he caido y vuelto a caer... He vivido siempre aquí, entre paredes que nunca duermen y farolas que no se encienden si no saber volver.

Pero como dijo alguien grande... cada ciudad puede ser otra. Tan diferente como perspectivas, como seres humanos que la habitan. Si pisas estas baldosas a mi lado, no siento lo que una vez sentí. Todos los colores que pueda haber, quiero que me los enseñes sin darte prisa, sin soltarme la mano.

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Take me back to the start...

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Los sueños ya no me hacen tanta falta como una dosis de realidad en el momento clave, que es aquí, y es ahora...

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No paran de hablar, sólo se escuchan sus voces resonando en las fachadas, y no dicen nada. Pero igualmente se quedan sordos y llenan de orgullo sus vacíos creyéndose lo que sueltan por la boca. Hablar por hablar, pues les aterra lo que el silencio tenga que decirles. Dicen barbaridades sobre lo que no conocen, critican por el mero hecho de sentirse mejor consigo mismos, pero esto no refleja más que sus propias inseguridades. No miran más allá de sus propios puntos de vista, buscan a otros de su misma calaña para oir de ellos lo que quieren y así sonreir satisfechos, pues de este modo creen que dormirán tranquilos. Y lo harán, y se levantarán con ganas de seguir vomitando lo primero que se les pase por la cabeza con tal de ir quedando bien con aquellos con los que se irán cruzando por la vida, mientras que a otros nos irán pudriendo los tímpanos con tanta palabrería con la que me resulta raro que no se hayan atragantado ya.

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No hay ápice de tiempo en esta noche que me impida amanecer despierta. Tampoco hay luna, nunca antes hubo.
Ante mí yacen mis pensamientos condensados en batallas que estallaron en mi frente, que me hierve... y esbozo una sonrisa de derrota.
Mis disculpas por no saber bailarte las palabras, y por las obvias inexperiencias de mis acentos. Nunca pensé que te escribiría tan pronto, ni tan torpe, pero me sorprendo aquí y no me avergüenzo. Todo parece nítido cuando miro a través del visor...
No quiero que te detengas en las tapas de este cuento, el cuento en el que nadie supo ahondar. He pulido mi coraza con esmero durante este tiempo y sé que tengo algo dentro, puede que escondido, pero tengo algo que dar.
Nunca creí que el amor de nadie pudiera salvarme, y ahora tampoco. Pero quizá amor sea lo que necesite.


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Saltó sobre cientos de lunas para llegar a alguna parte,
para ver su reflejo ahogarse en la inmensidad oceánica
y aprender a echar de menos las soledades de su vida.
Guiñó cada segundo mientras escapaba,
la tierra fue el cómplice y el cielo su manto fúnebre.
Notó la humedad de los pies escurrirse desde su corazón,
y el silencio comenzó a gruñir en forma de marea,
y se deshizo en lágrimas, sus horizontes se durmieron,
y sus sueños se perdieron en la arena...

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Noches de verano de matiz grisáceo, sin caducidad, sin enchufe, para quemarse sin sol...
...y odiarse los amaneceres, las tardes y quererse barata las noches, acompañada.
...y desandarse la vida, añorando estar allí sin estar del todo aquí, perdiendo la cabeza.
...y prendiendo las farolas de bandas sonoras y, en algún escondite, echar de menos lo que nunca tuvo del todo.
...y no ser perseguida más por una estrella, y ver toda capacidad de soñar morirse como se morían las olas al romperse en sus pies, no hace tanto...

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Ocho horas en un autobús con destino a alguna parte, sea ida o sea vuelta, dan para mucho... Ocho horas contigo mismo, tan cercano a otras tantas personas que se dirigen al mismo sitio, y tan ausente. Tan abstraido de todo. Lo necesitabas...
Pensar como si el tiempo se hubiera congelado y sólo corriera acelerado en la ventanilla, mientras los ojos buscan inconscientemente algún lugar que merezca la pena donde matar una mirada.
Viajar te hace pensar en lo que dejas, y a dónde te diriges. A qué le das la espalda: a lo que tienes o a lo que quieres... y qué añorarás más. O a quién echarás más de menos: a los que te despiden o a los que te reciben. Y darte cuenta de la importancia que eso tiene. Que haya alguien.

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Quiero escribir. Acerca de todos mis nada. Y mis todo. Quiero escribir sobre mí, sobre lo que soy y decir que me siento muy pequeña, puede que cada día más. Y es lo único que sé.

Quiero escribir sobre las personas que se han quedado conmigo, que no son muchas pero sí suficientes, y lo mejor es que son increiblemente buenas, y decir algo que no suelo decir... que me siento afortunada por tenerlas. Que espero no alejarme y que sin ellas probablemente no sería quien soy, aunque quien sea carezca de valor, pero me han enseñado muchas cosas.

Quiero escribir sobre lo mucho que me gusta, a pesar de todo, esta locura rara de vivir, aun pasando por la monotonía, el dolor y las pérdidas... no me asusta sentir y creo que hacerlo, sentir lo que sea aunque no nos haga precisamente felices, es mejor que no sentir absolutamente nada.

Quiero escribir sobre ti y la piel de gallina que aparece cada vez que te veo; sobre lo mucho que me gusta conocerte; sobre lo fácil que es no sentirse solo cuando alguien te abraza o te acaricia; sobre cómo pasamos de puntillas en la vida del otro y la certeza de que, tras este intervalo, nuestros caminos se separarán. Y supongo que es esa certeza la que me mantiene tranquila.

Quiero escribir sobre lo que no ha pasado todavía, pues creer en algo nos hace seguir caminando. Quiero no centrarme sólo en el pasado para no perderme en él, pero tampoco ir olvidando. Escribir... sobre lo que nos hace o debería hacernos más felices, esos momentos fugaces que te evaden de todo y te hacen volver a la naturaleza más simple y humana. Sobre lo que nos hace tomar conciencia de uno mismo, y ser mejores, y ser capaces de recordar como nos sentimos aquella vez.

Quiero escribir sobre lo absurdas que resultan muchas de las cosas que decimos o hacemos, incluso pensamos. La incontable cantidad de veces que nos equivocamos, que juzgamos precipitadamente, que fallamos o miramos sin los ojos cerrados... y preguntarnos si sería tan difícil de otra forma.

Quiero escribir sobre la fiel compañera de viaje por excelencia, la que está en todas partes y pone en nuestra boca frases que no supimos expresar mejor: la música. Quiero crecer con ella y que me haga pensar, que me inunde y me oiga por encima de su eterna voz mientras grito lo que sé que va a decirme. Quiero necesitarla y no poder olvidar cómo me hacía estremecer, llorar, bailar, crear... en definitiva, sentir. Sentir su inmortalidad.

Quiero escribir cada día que soy una ignorante, y sólo así impregnarme de todo lo que me vaya encontrando por el camino, abrir bien el corazón y no dejar de aprender. Quiero escribir y encontrar alguien que sepa entenderlo, lo respete y me acompañe en ese sentimiento. Necesitamos saber que no estamos solos.

Quiero escribir sobre lo que siempre quise hacer, como conocer bien las estrellas, tocar la guitarra, dedicarme a pintar o planear tener mi propia papelería. Y que no suene absurdo. Quiero hacerlo de verdad y no convertirlos en sueños perdidos en mi mente ni tampoco en garabatos sobre un papel que tiraré dentro de algún tiempo. Quiero escribir sobre los lugares que no conozco, visitarlos y decir, por fin, algo de ellos.

Quiero no conformarme con esto, dejar por escrito que puedo hacerlo y releerlo cuando lo haya hecho. Pensar que puede ser así, que todo debería ser tan fácil. Que complicarlo nos mantiene entretenidos pero nos hace perder un valioso tiempo que corre en nuestra contra.

Escribir lo que sientes, dejar constancia de tu existencia ante ti misma antes que a los demás. Pues ellos viven su vida pero tú estarás contigo para siempre, e incluso a veces, sentirás que sólo te tienes a ti. Aunque más tarde sabrás que es una verdad que no lo es del todo, porque la existencia nos viene también de fuera, de sentirnos alguien para otro alguien, sobre todo para aquellos que son alguien para nosotros... de sentirnos cuidados y, por qué no, queridos.

Quiero escribir... Quiero escribir para siempre, que me faltan cientos de cosas por decir.

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Aire. Aire, por favor.
Aire y tú. Cuadrados de nada.
Cuentos de espejismos
y embriaguez nocturna.
Necesito aire.
Y paredes frías, blancas,
sujetándome la suela.
Y frágiles alas que vuelen alto,
negras, por ti
y mi libertad condicional.

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(Atrapando luces)
Que tardes en irte, o que tarde yo en huir...



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Que somos montañas rusas de sentimientos, es algo que hemos comprobado todos en incontables ocasiones a lo largo del tiempo que llevamos en el mundo. Que no se puede juzgar a nadie sin conocerle, es algo que sabemos pero que nos cuesta porque requiere un esfuerzo, el esfuerzo de no dejarse llevar por la visión y la experiencia de cada uno.
Es dificil ser imparcial cuando algo cae en nuestro campo de acción, en nuestro círculo. Nos afectan las cosas. Somos diferentes pero igualmente vulnerables al dolor, y a la felicidad. Pasamos por ambos estados entre otros cientos, como pasamos por la vida dejando pequeñas huellas en papeles, en gente, en recuerdos.
Nos encantan los detalles, a unos les emociona darlos y al resto, recibirlos... pero igualmente capaces de sentir nos deshacemos en lágrimas, nos morimos de risa o nos invade la rabia, según el momento.
A pesar de que somos tan iguales en tantos sentidos y lo sabemos, sigue para algunos resultando muy dificil pornerse en el lugar de otra persona o simplemente, interesarse por las razones de cualquier conducta ya que siempre hay algo que la mueve y es crucial para establecer cualquier tipo de juicio que no sea erróneo.
Nos apresuramos siempre, nos encanta hablar, nos alimentamos el ego porque cualquier razón es válida, nos equivocamos mil y una veces, nos bañamos en excusas y nos tapamos los oidos. Y es que es tan fácil nublar la vista y cerrarnos a todo tipo de señales y pequeñas muestras de cualquier prueba alrededor que ofrezca la posibilidad de que tengamos un punto de vista alejado de la realidad cuando (pensamos que) estamos realmente hundidos o cuando, simplemente, las cosas no van bien o, mejor dicho: como queremos. Y es que nos hemos olvidado del bien y el mal. Tan sólo cuenta lo que uno quiere ver.
El ser humano nunca deja de ofrecer ejemplos de lo egoista y contradictorio que puede llegar a ser.


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Lápices de colores a los 7 años,
te inventas la vida en un garabato.
Sientes que el mundo es raro,
pero la curiosidad puede más.
Te miras en el espejo subida a un escalón,
todo lo ves grande,
aunque cada vez menos fuera de tu alcance.
Pequeña y tan llena de vida,
tardía en nuestro camino
te cruzaste avispada, coqueta
y peinas a una muñeca más grande que tú.
Preguntas y me enseñas otra perspectiva
la que nadie debe abandonar nunca en la vida.
Te crees más lista que el resto,
y niña, no dudo que lo seas
pero tienes que darte tiempo.
Ya no me dejas enseñarte,
te bastas tu sola,
te inventas en cada juego, cada día.
Qué será de mí
cuando me apartes de tu camino
y me hagas insoportable la ley de vida.
Mientras me coges la mano para cruzar,
pienso en que te queda mucho por andar todavía,
pero aún no me preocupo
pues me quedan mil cuentos por contar
mientras me escuchas casi dormida.
Eres bajita aún, eres alegre
y a veces demasiado hiperactiva
para los que estamos creciditos ya.
Vas olvidando que la vida es un juego,
espero que estés preparada...
tu vida ha comenzado, y ya no hay vuelta atrás.
Nos queda mucho tiempo para conocernos,
sólo tenemos que esperar.

...

En búsqueda y captura de señales...
.
.
.
(seguimos esperando)

...

Necesito tus esquinas, todos tus vértices
cuando aún no sale el sol,
y las nuces de neón se suspenden en el aire.
El calor sofoca las palabras,
antes de que se derritan en tus oidos,
antes, incluso, de poder desprenderme de ellas.
Estas noches sin nubes,
las voy tejiendo de cartón y no me dejan mirarte,
si te miro no quiero regresar.
Las horas largas, los tragos no se acaban
porque los reflejos se ahogan en el vino
y ya no queda trozo de alma en mí
que pueda sostenerte, entre humos
y carcajadas, te alejas...


...


Tengo un espacio completo entre tu mano y la mía. Tengo un techo insomne que a medianoche me vigila. Tengo poco descaro y nada que darte. Tengo el arte de la complicación y la semántica práctica perdida. Tengo un guiño del cielo y un beso de más en la mejilla. Tengo una guitarra muda y un simplificador. Tengo pudor y nostalgia, palabras sin color. Tengo una canción y obsesiones, no tengo remedio. Tengo mariposas enjauladas y órganos carcomidos. Tengo más idas que venidas y siempre un regreso de bruces a mi vida. Tengo aquel sol escondido en mi retina y el madrugar de un vagón vacío. Tengo tragedias y aforos completos, butacas ocupadas por clones de mí misma. Tengo listas de deshechos y planes de presente que hablan en pasado. Tengo respiraciones entrecortadas y un reloj que dice 'hasta la vista'. Pero no tengo un 'tú', ni un 'yo', ni tengo absolutamente nada.

Ahora que, todos los cuentos, parecen el cuento de nunca empezar...

...

No te olvides. No desandes tu memoria mientras avanzas el camino. No pierdas la voluntad ni te vendas a las rutinas. Reconócete en cada pestañeo, siéntete consciente de tu cuerpo en el espacio y en el tiempo. No respires por respirar. Evita caer presa de la monotonía. Saborea cada rayo de luz que te haga fruncir el ceño, cada ráfaga de aire que te toque y se vaya, cada piedra que esquives, cada mirada que te cruces... Piérdete en el camino pero no te pierdas a ti en él, no estés por estar, aprende a no conformarte ni a dar un paso con el mismo ritmo que el anterior. No te marques de vacíos. Vívete.

I don't want to be here fading it's more that I can take

...

Colmada de materia volátil,
máquinas de humo,
espejismos sin brújula
realidades empañadas
y un único preludio.
Y no, no es el negro...
son sus malditas gamas
nacientes de aquí dentro
cuyo matiz nunca se apaga...

...

aaarrgh!

...

Aforos completos de interrogantes y ecos de ausencia de respuestas.
Visiones del mundo a través de cristales de reducción de gloria y aumento de tempestades.
Manías de plantar por vez enésima ilusiones en terrenos donde nada crecerá.
Círculos viciosos de muros y pruebas no superadas, finales de juego y premios de consolación.
Pintadas en muros destrozados y sudor que ha sido en vano (que no digan que no).
Lectura repetida del guión, saber desde la primera palabra quién dicta el final.
Saturación de palabras que llenan el silencio pero no dicen nada.
Maneras de vivir.

...

Y poco más.

...

No tengo nada que decir.
No quiero decir nada.
¿Cuál es la diferencia...
...cuando nadie escucha?
Tampoco tengo tiempo.
No hay tiempo para ti, pues lo que me das no me hace estremecer.
No hay tiempo para mí pues es hora de crecer, no hay nada que me ate aquí ni nada que pueda echar de menos.
Tengo cientos de relojes y no hay un ápice, ni un sólo gramo de tiempo me pertenece.

...

Se acerca la sombra, merodea mi cuerpo,
se arrastra silenciosa por el pavimento
y lame las huellas, rasca sus heridas
en rotas baldosas cubiertas de tientos
de pies y mentiras que caen de tu boca
y en mis cordones se ahorca ella sola...
entonces la veo, la sangre en el cuello
y entonces lo entiendo,
mi sombra, mi miedo...

...

Ir por la segunda década
sembrada de invierno
y un naufragio en cada vena,
venas que se enhebran en el cuello,
cuello dislocado de tristeza.
Sigue con las manos llenas
eternas halladoras de nada,
de cada paso que anda
cae uno,
sumida en un enjambre de misterio
manteniendo una mirada sarcástica
y guardando este instante
pues sólo existe uno.

...

No hago más que pensarlo,
dar vueltas a una idea,
exprimirla, estirarla,
retorcerla, tirarla contra la pared
y rebotarla,
comprimirla, masticarla
y escupirla...
Finalmente la desecho,
porque nunca sirve de nada,
y pensar no es suficiente,
y me siguen faltando agallas.

...

Ya no se estila perdonarse los pecados,
mejor cortarse en pedazos
el amor propio que escasea
en la muñeca.
Pensar un gramo de más
jamás, si no cobras horas extras
y haz alarde de tu racionalidad
tomando el cámino más fácil
otra vez de vuelta a tu piel muerta.

...

Si llegas y no estoy...
Si se me acabaron los pálpitos... sonríe, pues encontré al otro lado lo que siempre he buscado.
Si llegas y me he ido...
Si se me agotan los latidos y pierdo el ritmo en el combate, piensa que fue justo
pues los débiles jamás pasan de principiantes.
Si regresas y no he vuelto, cuando despiertes no recordarás... será mejor así.
Pero en mis eternas noches frías te echaré tanto de menos
que hundiré mis ojos en la Tierra para verte
y no podré evitar deshacerme en lluvia
y acariciar tu ventana, mientras observas sin motivo...
Haciéndote saber así que no estás solo aunque no sepas quién soy,
aunque ya no esté contigo.

...

Viviendo la torpe creación
de un hebrio sin talento,
salto doble espacios,
tropiezo con acentos.
Con los días escritos,
paso las páginas recicladas,
plagadas de palabras
que no digo.
No hay giros de guión,
me siento punto y final
de un capítulo perdido.
Comprender que no se acaba bien
si es otro quién escribe con mis dedos;
si sólo vivo las penas
terminando con mi nombre en portada
y una lágrima impregnada
de tinta negra.

...

Puedes pujar por la magia, acariciar los horizontes vacíos de brujas, jugar con canciones y ganar cajas con números que cambiarías por instantes que te hicieran tiritar... Puedes mirar al techo con bucles por ojos, dejando los sueños cojos resignados a esperarte. Pero ya dijo Van Gogh que las noches se acaban estrellando y no sabes deshacerte los nudos que te has atado a su mano, me temo que en vano...

...

Mis alegrías aleatorias
y finitamente probables,
historias para dormir
pero desear no despertarse;
de la nada hallarse parte
y, mientras mudo las memorias
de antagonistas, norias
y laberintos sin rescate,
sucumbe la pena a mis talones
y unos metros por detrás,
yace la gloria.

...

Taladra la agonía,
sin dilación.
Que me agujeree consciente,
que me parta y arranque
de mí todos mis yo.
Que me escupa lento
y me tuerza los huesos.
Que muera el aspecto
y este vano desperdicio
que se regodea en mi reflejo.
Apatía,
llegas de nuevo, complaciente,
sedienta de mi condición.

...

Adicta al goteo lacrimal
me introduzco en una disyuntiva:
dejo el asunto zanjado
seducida por el ventanal
testigo de la caida,
o me trago las entrañas
de patrañas, y nudos,
y emergencias de salida,
desgastándome con el temporal
que por ti no tiene tiempo,
ni principio,
ni final.

...

Esa mirada asimétrica
me corta secante el órgano motor
de mi convexa tristeza.
Tus mitades son presa
de mi geométrico interés por conocer
todas las partes que componen tu estructura;
locura de escolares sumidos, sin querer,
en triángulos aberrantes.
Esa miraza azul tangente,
que va recta a clavarse en algún surco
de estos días que trazo
y acostumbro a esperar
en cualquier lado,
cualquier giro de cualquier grado.
Caminan los intentos
y el silencio agudo de mis pasos
dibujando lenta mi figura,
esa desconocida paralela
que se tortura, pero al menos
va a tu lado.

...

Ahora que he perdido el hilo
me ahorco suave y lentamente
para sentir como se arrastran las palabras por la garganta,
esas que no son para mí, porque no las he merecido.
Ahora que regresas a mi mente desahuciada
y a escondidas, pediré perdón por no ofrecer mejor refugio
a tu frágil mirada que sostener ya no me toca
porque ya no hay tiempo para mí, ni para crear algo que no existe
ni hay un as escondido pretendiendo que el juego continúe.
Ahora que es tarde y he perdido los papeles
y los guiones y las ganas de seguir interpretando,
me rindo al final predicho, me cierro a la escucha
y me muerdo la lengua.

...

Tirar del hilo y quemarte los dedos. Pagar el precio de tres o cuatro palabras vomitadas en una errónea coordenada. Maldita figura encapuchada que vino sin guadaña en el único instante en el que no temí caer con tal de que cerraran mis ojos y despegaran mi alma. Escarbé hambrienta en el fondo de este cuerpo perenne, lleno de eco complaciente y aire espeso que araña mis pulmones. Todo cae por su propio peso, la mano invisible mueve los peones. En el reloj ha expirado el tiempo. Yo me arrojo sin complejos. No he de perder ningún momento rompiéndome los tímpanos con voces que no entiendo, ¡ladráos frente al espejo!
Dámelo ya, sólo eso. Necesito un golpe seco.
Por fin... lo veo todo negro.

Spring

Entre esta linea gris y aquella azul distante, voy bailando las palabras, cazando los instantes
que intentan atraparme...
Porque perdonen que no quiera ser
la marioneta de ojos tristes que era,
porque el viento sopla de otro lado
ahora que es primavera...
Dentro creo que algo está cambiando, el miedo muere sin miedo, las batallas son más largas y las noches menos frías aunque igual de solitarias.
Voy rogando al sol que queme las capas de mierda
acumulada en las calles de mi alma
por todo lo tragado a lo largo de este tiempo,
tiempo que se extingue a cada paso
y que dedicaré a vivir como la lluvia que hoy cae:
sin darle al mundo ninguna explicación,
vivir con el corazón y sin pedir perdón.

Blood

Tus medias tintas se rompieron y junto con mis muñecas sangrando
hicieron del suelo un lienzo sobrecogedor.
Con valor, mueren las palabras jamás escuchadas
yaciendo ahí, junto a mí, manchándose los acentos
sus manos delicadas; gritando en silencio me agarran
y me atan a ti. Te quedaste viendo a la pared volverse gris
y yo corrí detrás arrancándome los latidos, resbalándome;
pronunciando el nombre que maldigo cien veces y una más;
comiéndome tu espalda con la mirada.
Eso que crece en mí se hace fuerte si lo escuchas respirar,
animal sediento de un alma que exhala esa paz que nunca tuve,
la que ansío poseer y así ya no estarás, no estarás cerca,
nublándome los sentidos que ahora necesito para echarte;
concentrándome en matar la nostalgia de tus dedos;
aniquilando tu luz de mis rincones;
odiando tus pasos cruzados en mi destino;
ignorando tus intentos de querer estar conmigo.
No. No me mires si ya no respiro...
Mi sangre ya no es tu camino. Vete...
Déjame odiándote y quizá te perdone
por haber acabado conmigo así, sin descaro.

Somebody

Esto es lo que es, lo que ves, aunque sea oscura y a veces, casi invisible... Más fuerte de lo que crees. La que roba estrellas y las guarda en el cajón. Cobarde, solitaria, casi hecha de cartón. Fotografía miradas salvavidas y no cree demasiado en el amor. La que habla bajito por verguenza y busca el calor de algún rayo de sol. Esa que no sabe usar bien las palabras pero las dibuja en hojas de color. La dueña de un alma fragmentada con un cuerpo que es pura imperfección, la que se levanta tras caer pero no avanza. Busca en las aceras alguna respuesta, recogiendo prisas y mal humor. Esta vida no la quiere... este caos le pesa. Ella es, la que cada noche pide un deseo y mata las lágrimas al primer sueño. La que pasa el tiempo observando su alrededor e intentando aprender algo. Esa que tiene prisa por volar e irse lejos, empezar de nuevo y morirse de miedo. No es tan independiente como cree ni puede cambiar como ella quiere. No aprende a vivir sola y sabe más de soledades de lo que piensas. Mira el reloj con pánico y le aterra pensar que lo está desperdiciando. Y yo la quiero así, porque así ha sido siempre, porque casi se ha vuelto una parte de mí... porque me enseña la parte más pequeña, la parte que da sentido a las cosas y la que te hace ser un poco mejor.

Born to run

La luz se alejó de mí
dejándome la plenitud de la sombra,
convirtiéndome en silueta de la oscuridad.
Un cielo negro que te piensa,
nubes cargadas de dudas
que me inundan al llover.
Eres lluvia.
Me siento viva y vulnerable.
Quién iba a pensar
que me tocarías así.
Las horas son largas aquí,
en el infierno.
Vestidas de noche,
las veo burlarse de mi miedo.
Busco tu piel y obtengo
muros que nacen de mis manos
directos al abismo...
y más allá no puedo ver,
más allá... estás tú
pero no puedo llegar.

I'm going blind...

Secrets

Mi existencia insiste en la misma estrofa de la canción de siempre y aunque mi objetivo desde por la mañana sea sobrevivir dignamente, no hay pensamiento que me aparte de la angustia del discreto por qué.
Mi inexistencia en tu mundo acaba haciéndome creer
que el motivo por el que sigo aquí es el de componer versos...
cargados de palabras inconexas sangrando lágrimas
que acaban expirando a la altura de mis pies.
Sigo creyendo que todo tiene su razón de ser
aunque la racionalidad me haya abandonado de madrugada.
Me gusta mi locura planeada a conciencia,
me distrae de lo que tú no me dejas ver
porque ya no sé si lo que veo es lo que es...
o lo que quiero ver...

Butterflies & Hurricanes

Hace tiempo dejé de insistir. Dejé de buscar y no esperaba encontrar, no tenía la más mínima esperanza... y si ésta existía (aunque remotamente pequeña) el paso del tiempo sin cambios se encargó de aniquilarla. Hacía bastante que una parte de mí estaba en coma; ya ni la echaba en falta... aprendí a vivir sin lo que podía ofrecerme.
Pero la vida siempre toma cartas cuando te acomodas, incluso cuando lo haces a lo malo, y trata de sorprenderte pese a la desconfianza inicial con que recibes algo nuevo. Es entonces cuando escuchas un latido diferente en algún lugar de tu interior y tratas de darle sentido, aunque sabes con aplastante certeza que será otra falsa alarma como las del pasado y evitas que esa sensación perdure demasiado.
Y sigo con la lucha: mi miedo, mi inseguridad, mi paciencia, mi pereza, mi desconfianza, mi negatividad... contra el mundo.
¿Hasta cuándo?

Onzas de chocolate

Me estaba mirando con una lucecita pícara en los ojos. Es tan pequeña y sumamente lista cuando se se trata de persuadir, pero yo tengo más años de experiencia… Me dedica su tono de voz más dulce lo que provoca en mí la necesidad de abrazarla como a un peluche irresistible. Definitivamente, no tengo autoridad o ella me la desarma de un astuto golpe. Sé qué es lo que está buscando y, por desgracia, no son mis abrazos aunque siempre me los ha devuelto como si le fuera la vida en ello, cosa que me ablanda aún más el corazón. Su boca ofrece una pista y es que tiene las comisuras de los labios teñidas de un tono marrón chocolate lo que hace que me ría y que ella se impaciente un poco más. Me gusta tener el control de vez en cuando. Como juego con ventaja, le pongo la mejilla y me da un besito que seguro me ha dejado el carrillo manchado de chocolate, pero creo que se lo ha ganado y emprendo camino hacia la nevera para darle un poco más mientras ella me sigue dando saltos de alegría. Qué fácil es hacer feliz a una niña de siete años (y a su hermana de veinte).

Stars

Algo tan insignificante como una sola estrella en el firmamento cobra todo su sentido existencial cuando una insignificante persona de millones en la Tierra, como yo, levanta la vista al cielo y la busca, la guarda en la retina, sonríe y se la queda para siempre…

(…) La gente tiene estrellas que no se parecen nada. Para los que viajan, las estrellas son guías. Para otros, no son más que lucecitas. Para los sabios, son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas están calladas. Tú tendrás estrellas como nadie las tiene…
El Principito.

Empty

Todo sigue girando. Me he perdido algo...
No sé en qué punto. No entiendo nada.
El mundo está cambiando. ¿A peor?
Hacer algo que quieres, ¿acaso es tan malo?
¿Hay que pagar por todo? ¿También por sonreír?
¿Dos tipos de felicidad diferentes, se excluyen entre sí?
¿Hay que pedir permiso para respirar, para vivir?
Tantas preguntas... y hay respuestas,
pero parece ser que no acierto,
y no sé cambiarlas, no sé si quiero.
Sigo sin entender nada.

So little time, try to understand that I'm...

Help

Hay palabras que no son fáciles de pronunciar, no por el modo en que los oidos de los demás las procesan sino por la manera en que te hacen sentir cuando articulas cada una de sus letras. Qué complicado es decir la verdad a veces, tan sólo eso... la verdad: cómo te sientes, qué necesitas. Explicarte... y no sentir verguenza por ser escuchado al destaparte. Decirlo todo, hablar sin pensar, con el corazón. Abrir las puertas que has estado cerrando a conciencia, encontrar las llaves que destruyó tu vergüenza. Reproducir las palabras tal y como fluyen por tus venas, sin pérdidas ni cambios, liberarlas de cualquier matiz que pueda herir. Que no reboten y te hieran a ti. Yo nunca supe explicarme, quizá es que no he practicado lo suficiente. Tal vez es que no hay oidos que sepan entender del todo... que sepan entender que tus palabras son manos que tiendes desde los sótanos de tu corazón para sentir que hay alguien cerca, un grito sutil de ayuda, una parte de ti que encomiendas a alguien para que tus noches se hagan menos duras.
Las sombras nos corrompen. Todos necesitamos ayuda.

Gama 1 del negro

Tengo todo eso que se quedó sin dueño a la hora del reparto.
Tengo eso que nadie quiere.
Que nadie busca.
Eso de lo que todos huyen.
Tengo lo que apesta a fracaso, lo que un día fue desterrado.
Tengo la sombra de la estrella, la ceniza de todo lo que existe.
Eso que todos tiran a la papelera.
Tengo mucho de nada y no me sirve ni para ponerme de pie.
Tengo un bote donde guardo mis días y está vacío.
Tengo una fachada de ladrillo pintada con mi cara, y me río...
Me miro al espejo y me río.
Y no huyo porque no sabría a dónde...
y porque creo que sigo sin estar preparada para el mundo.


[No es que me alegre de ser quien soy. Es que no me queda otra...]

Absurdo

Los corazones débiles no aguantan el ritmo. Se mueren bajo las apariencias. Se pierde todo lo que nació en su núcleo. Se desintegra en un segundo... lo que se tarda en parpadear y ver que ya te has ido. Lo que se tarda en ese último suspiro.

No estás, no respiro... y no sé cómo tomármelo. Quizá me eche a reir.

Un día más todo se nubla, ya no hay ganas de vivir
no hay nada por lo que seguir, no hay nada que haga sonreir
y es que al final uno acaba hasta conviviendo con sus penas...

Lluvia

El manto gris llegó sin avisar y lo cubrió todo con lágrimas de madrugada. La luz de las farolas acariciaba mis torpes pasos sobre el asfalto y mi sombra, a pesar de estar pegada a mí y ser ya una amiga, no me hacía más compañía que esas tristes gotas que sentía caer por mi mejilla.
No me importó mojarme, no suele... y esa noche lo agradecí más porque pensé que tal vez mis pensamientos se escurrirían y terminarían en charcos que dejaría atrás sin más. Pero sólo se agrandaron y consiguieron calarme más a fondo. Entonces, caminando sola lo que parecía una eternidad rumbo a esconderme bajo las sábanas, ese único lugar en que me siento a salvo, no pude evitar hundirme en lo que parecía un océano espeso de color petróleo, porque aún sin poder abrir los ojos, sentía esa oscuridad invadirme los huecos que todavía en carne viva me llenaban el corazón.
Sumida en esa tormenta que yo sola me había formado... y deseando tomar otro camino o simplemente, robar a otro cualquier destino... por fin llegué a una puerta familiar, unas escaleras que conocía pero que me costaba subir. Una voz lejana y ausente, como de otro tiempo, hace mucho... me deseó "dulces sueños" y las lágrimas volvieron a surgir con más fuerza que antes y sin saber por qué... Porque supe que no habría sueños, pues hace tiempo me abandonaron por mi incapacidad de sostenerlos. O porque sentí que, a pesar de todo, había algo o alguien que estaba conmigo incluso la peor de las noches. Y creí no merecerlo.
Después pasó... Me rendí al agotamiento y me dí una tregua. Al despertar las lágrimas ya no estaban. Incluso creo que soñé...

Equilibrio

Los ojos que no puedo abrir. Lo que siento incluso así.
Mis pocas palabras. Cuadernos repletos de borradores de mi vida.
El tiempo diurno que pierdo. Tiempo interminable de noche.
Las cuerdas que les unen. Los nudos que me atan.
Las lágrimas furtivas. Sonrisas que el mundo me arranca.
Miradas que te lanzo. Indiferencia que recibo.
Sus discusiones. Mi paciencia.
Para ellos la vida. Para mí...

And I'm still so afraid, I'm still so afraid on my own...

A day of...

Son esos días que dejas pasar sin apenas haberlos saboreado, es tu vida la que dejas que se vaya y sigues sin ser totalmente consciente de esas cosas. Cosas que pierdes y que te pierdes con tus miedos absurdos (no tan absurdos, dice una voz) y demás obstáculos que vas creando en tus ratos libres; tiempo que además inviertes pensando en todo lo que ha ido haciéndote de esta manera que tanta rabia te da. Y recuerdas cosas que te gritan al oído como si hubiera sido ayer. Esa gente que ya no está aquí pero está presente, no sé si entiendes... con sus palabras gratuitas y directas a tu piel con el único fin de causarte heridas. Crees que eso te hace más fuerte para el futuro, pero este mismo momento es aquel futuro... y en tu espejo está aquel ser que pensaste que sería invencible. Te das cuenta entonces de que no sólo te mienten a ti sino que también te mientes tú mismo.
Ahora a dónde mirarás, qué será lo nuevo que te inventes para querer despertarte cada día e intentar ser feliz, para no dejar que entre en tu vida nadie que pueda volver a hacerte daño o salvarte del abismo, nunca lo sabrás.
Es tu mundo éste de paredes negras y cielos estrellados en el que te sientes más seguro, aislado del resto y dejando la compasión y la pena de los otros más allá de tu puerta. Lo llenas todo con notas que comprendan sin pedir nada a cambio, escribirlo todo con tiza en esas paredes por si algún día te da por borrarlo y comenzar, ese único día en que habrá un punto y final.

Cause I’ve started falling apart I’m not savouring life, I’ve forgotten how good it could be to feel alive...

Let it bleed

No sé qué es ni cuánto lleva conmigo hasta que ahora ha decidido salir... No sé si es algo concreto o una mezcla de muchas cosas. No sé si va quedarse por un tiempo o si tan sólo es un mal día. Tampoco sé si es real o sólo habita en mi cabeza, pero el dolor existe, duele... Duele de verdad y va creciendo como una enredadera que se ata a los órganos de mi cuerpo y no les deja respirar. Sé que se pasará, como todo, pero ya sé lo que viene después... Siempre la misma historia. Tanto tiempo con la misma canción que se me agotan las palabras con las que describir lo que me pasa. Tampoco puedo pararlo, ya dije que no sabía el epicentro del dolor pero mientras tanto me va quemando, y mientras... intento disimularlo, como siempre.

Sadness

Había muchas cosas que decir.
Por mucho que cogía aire, no había nota que emigrara de su boca. Se quedaban dentro con miedo, como si el mundo fuera un lugar poco seguro para que las palabras pudieran habitar; como si tus oídos pretendieran no escuchar... y se fueran a quedar desamparadas en el aire sin dueño ni destinatario, como cartas muertas.
Callada, esperando el momento, suspendida en el tiempo sigue. Mirando el reloj, pensando en todo el tiempo que el valor se está retrasando. Muerta de miedo, por si cuando llegue será demasiado tarde para liberar su alma de esa cárcel de cobardes.
Qué difícil es hablar con las sombras, qué triste es sonreír al vacío y que esa sonrisa se pierda en el camino de tu boca a la nada. Qué es el tiempo cuando esperas. A dónde van los segundos invertidos, los suspiros como alimento para sobrevivir, las mentiras engañándote mientras te ven morir de pie...

Cursiladas

Eras una fotografía que te hice, podría ser, en otra vida. Y es que todo lo que sé de ti flota en el aire y no sé hasta qué punto he sido yo la que te ha creado.
Sé que existes, pero tu voz es un bonito recuerdo, de los que guardo con más cariño y en el que suelo pensar en mis noches difíciles. Pero tan sólo eso... y sigue sin bastarme.
Ahora respiras... no sé dónde, no puedo verte. Hace algo de tiempo que dejamos de alargar nuestras manos acortando así nuestros caminos. Las cosas se complican cuando les pones un diminuto grano de sentimiento, la más mínima implicación.
Nada ha cambiado, creo... seguimos caminando bajo cielos diferentes y tú te empeñas en aferrarte en mi mente, porque la que te encierra en el corazón sigo siendo yo, la misma de siempre, la que persigue tu imagen y memoriza tus palabras, las pocas que ahora compartimos... y recuerda las incontables sonrisas que has sido capaz de dibujarme desde unos cuantos kilómetros al sur. Y es que estás lejos... y no puedo pedir más, porque quizá haya más que distancia entre tú y yo. Es difícil de explicar todo esto... y siento que hablo por hablar. Sólo sé que estás presente (pero no estás) y que daría demasiado por un segundo en que tu destino y el mío se unieran en el mismo tiempo que una vez quiso que me enganchase a tus ojos azules, y verlos de una vez por todas brillar...

Roses for the dead

Y de tu risa nace un llanto que tiembla furtivo tras tus párpados, que nunca más querrán volver a despertarse. De tanto temblar, caes (cómo los pétalos de las rosas secas) y te pierdes en lo que algunos llaman soledad, pero tú, que no sabes nada del mundo, te permites creer que tan sólo es otra forma de vida. Así, aprendes a ser infeliz, a acunar tus lágrimas, a flotar invisible por tus días.
Y ya no ríes, y el miedo te besa sólo a veces, cuando te rindes junto al sol que cuida de ti mientras haces que duermes esas largas y densas noches. Tu boca oculta lo que gritan tus ojos cuando hablas de la vida que planeas en silencio, esa que crees tan lejos que mirar hacia ella te parte en dos, te deja ciega, pero la experiencia te ha ayudado a reconstruirte. Sola, aprendiste a soñar, a subirte a una montaña y creer que, a pesar de todo, estando más alta, estás más cerca del futuro sin nombre que buscas sin descanso.

Everybody's changing

Un paso (un millón) por detrás del mundo, con el mío propio a cuestas. ¿Por qué me dejan aquí, si saben que yo no puedo correr tanto? No siento pena, únicamente confusión por permanecer en este punto, querer avanzar (tal vez) pero más despacio. Y no puedo evitar sentirme rara o excluída, no sabría decir la palabra exacta. Obligada a seguir adelante por la simple razón de que todos lo hacen, y soy la primera que no quiere quedarse quieta. Sólo siento que necesito algo más de tiempo, más que el resto, para decidirme y avanzar... estar preparada para ello.

He aprendido que tengo que aceptar las cosas como son, saber lo que me hace sentir bien o mal, ser la mejor amiga de mí misma, actuar en congruencia con lo que soy y no tener prisa por vivir. Soy de las muchas personas que no están contentas con su presente pero que confían ciegamente en que algún día todo eso irá cambiando, porque a todos nos llega nuestro momento, tarde o temprano.

Y continúo respirando, miro al frente, paro el tiempo y busco algo (lo que sea) que haga de motor... y arranco. A mi propio ritmo, marcando pequeños pero incesantes pasos hasta que deja de importarme que el mundo me vaya ganando.

Silencio

Eso es lo que soy...
El silencio que llena habitaciones con su dulce canto gris.
El ruido que hacen las esperanzas al caerse de mis manos. Silencio...
Todo lo que no se escucha. Todo lo que queda por debajo del ruido de vuestras conciencias.
Soy eso que no siente, eso que te mira desde el más lejano mundo paralelo que te ronda.
Eso que no te conoce... pero que sabe el color de tus ojos y el sonido de tu risa llenando mi eterna calma.
Ese vacío que te pide a gritos que grites tú conmigo. Eso que no duerme y sueña con tus pasos cruzando mi destino...
Soy lo que rebota en tus oídos sin que nadie se moleste en percibirme; lo que dura la vida entreteniéndote con las canciones que ocupan los lugares que no puedo compartir con tu presencia.
Sólo soy el más puro y el más corrompido silencio.
La condena de los presos, la bendición de los que quedan.
Todo lo que no quieres, ni lo que puedes tener.

Nothing

Nunca pensé que fuera posible sentirse pequeña e insignificante... Quiero decir, más. Porque cada paso que avanzo, lo acabo lamentando de alguna forma. Cada día que pasa me veo viviendo en un mundo totalmente diferente al del resto. Pero al menos me tengo a mí, solo que siempre me parece insuficiente. Y lo es. La misma historia de siempre (la historia de nadie).