Es inevitable sentirse algo indefenso. Unos aprenden y supongo que otros tratamos de no ahogarnos. Es una lucha constante en la que hubiera deseado ser otra persona, tener otras habilidades, estar hecha de otra pasta. Ya me lo dijeron una vez. Pero está bien.Todo lo que pasa te empuja hacia experiencias que tienes que vivir, dicen. Me aburren los tópicos y estoy tan cansada de las palabras. Hastiada por el tiempo, por el cambio. Es terrible sentir pena por lo que no serás o por lo que fuiste. Por lo que no puedes controlar pero, al fin y al cabo, se ha vuelto parte de tu esencia. Ellos lo etiquetan, lo llaman ansiedad, lo curan con pastillas. Esto es mucho más. Está aquí, salpicándolo todo. Lo siento dentro, como se siente que un órgano no acaba de funcionar bien, enfermo de algo que no se puede expresar con palabras porque parece un dolor de otra vida, que viene de antes incluso de haber empezado a andar. Será eso posible, será eso entonces una respuesta, un alivio para el día, una forma de seguir tirando por inercia. Será acaso lo que me dijeron una vez, que no estaba hecha para el mundo y yo he construido sobre eso. O es que es mucho tiempo cerca de Vilariño o de Pizarnik que ya no sé dónde está mi voz. Es inevitable sentirse absurdo ciertos momentos del día y recurrir a la escritura sin saber bien qué decir. Como esos tiempos en los que trataba de no ahogarme.