A veces, de madrugada, muy muy de madrugada, casi a esa hora en la que sé que va a empezar a entrar luz por la ventana y definitivamente no voy a poderme dormir, a esa hora, pienso en que tú duermes y siento rabia. A veces, me pregunto la razón por la que fui sólo un punto y final y jamás volviste a poner una coma más para seguir conociéndome pero, aún así, no es por ti por lo que me siento insuficiente para todos. A veces imagino que tu libro o poema favorito es el mismo que el mío, y que luego descubro cientos de cosas increíbles y empiezo a maquinar algo genial que poder regalarte porque sí, sin fecha, y engañarme otra vez más. Otras veces, mi mente se excita y las cosas que imagina son más imprudentes y caóticas pero todas comprenden nuestras bocas y toda la ropa que pueda pintar por el suelo de mi cuarto. A veces creo que voy a odiar para siempre la canción que siempre me ponía mientras esperaba y seguía esperando porque me lo pedían mis músculos y mis huesos y todo el agua de mi cuerpo, para después entender que siempre iba a ser de las que odian. A veces me hacen creer que el silencio no vale de nada, o que una mirada no es importante y estoy cansada de no saber luchar contra todas esas voces que me dicen "no deberías" cada vez que pienso en mí misma o en lo que es justo hacer aquí, en mi pecho. A veces creo que escribir sobre cosas tristes no me hace una persona triste; sólo una persona a la que le han pasado algunas cosas tristes y que desea, ante todo, ser una persona más feliz que se libera un poquito más con cada texto y aprender a vivir con ello sin romperse. Pero a veces me rompo y punto, y lo único que tengo no es más que un pozo roñoso, profundo y nada acogedor, pero mi mano no alcanza la superficie y no puedo salir, el tiempo es quien decide cuándo porque el tiempo es quién decide casi siempre. A veces es ridículo esperar que sí, que estando quietecita va a venir alguien a salvarte pero sé que es maravilloso cuando, de la nada, sale una mano que agarra tu mano con fuerza y no te suelta, cuando una masa de gente se aproxima en el centro de la ciudad y piensas que la frase I won't cross these streets until you hold my hand ahora es más literal que nunca. Algunas veces veo monstruos cuando la luz está apagada y les pregunto por su vida de monstruo; les digo que en este cuarto siempre serán bienvenidos cuando quieran un poco de tranquilidad aunque no sepa hacerles reír más que torpemente y contar chistes se me de fatal, pero puedo escuchar sin asustarme y, desde entonces, cuando les abrazo, son más blanditos. A veces haría películas con todo, todo todo, y así recordar las cosas que no hemos procesado; las que olvidamos al recuperar la imagen mental de aquel momento,  entonces haría un círculo junto con la sensación y, al volver atrás, descubrir detalles nuevos cada vez. Siempre se trata de círculos.
A veces creo que nada tiene sentido y que no hay ninguna cosa ni ninguna persona que pueda hacer algo contra eso. Entonces, encuentro la música de nuevo, la redescubro y hago el amor con ella. A veces no hay tiempo de explicar. A veces quiero un corazón nuevo.

Qué complicado el miedo, ¿verdad? Qué retorcido.
El miedo a sentir que no aproveché bien el tiempo. Miedo a aburrirme de vivir.
Que quizá nunca tenga la oportunidad de ser como quise ser. Que me quede a medio camino de todo.
Miedo a no haber sido lo suficientemente clara conmigo misma, con el resto, y haber perdido oportunidades de ganar algo. Miedo de haberme equivocado.
Ese miedo a que no haya recompensa al final por todo lo sufrido. El miedo de saber que no hay ninguna.
Miedo a olvidar o perderme. Miedo a acostumbrarme a vivir de la nostalgia.
Miedo a ser como todo el mundo. O que el rechazo continúe hasta el final por no serlo.
Miedo a no ser suficiente para nada, para nadie. Miedo de dejar de creer en mí.
Miedo a no encontrar el equilibrio entre emocionarme y sentir tristeza.
Miedo a que nunca se vaya la ansiedad. A que se vaya, y comenzar a vivir por mi cuenta.
El miedo a vivir. O a tener que pasar una vida sin saber qué es eso.



Espero que no te importe llevarte la piel contigo si vas a arañarme. 
Si vas a robarme tiempo, esconde todos los relojes, hazme olvidar en qué época vivo de aquí en adelante. 
Si vas a herirme, deja una grieta abismal, de esas que cubren el alma en cicatriz. Que la marca sea un tatuaje nuevo en mí. 
Si vas engañar, traiciona hasta a mi sombra. Hazte llamar por otro nombre, cambia, disfrázate de otra persona. 
Si vas a gritar, asegúrate de que tus aullidos me dejen sorda. 
Si vas a irte, recoge todo lo que has mejorado, perdido o roto. Recoge los trozos.
Pero, sobre todo, si vas a hacer algo de esto, quédate allí.
No quiero que vengas, no quiero que aparezcas.


Ha llegado por fin. La lluvia ha llegado a Madrid. Lo ha sumergido todo en desconcierto y un aire de melancolía. La tormenta repentina y deseada. La ciudad se estanca y parece desordenada, sombría, pero para mí es el momento en el que más viva está. Los lienzos espontáneos por culpa del vaho. Las primeras hojas de la estación nadando presumidas en los charcos que hacen de espejo para el manto acromático que se extiende en el cielo. Los colores de la temporada se engrandecen en estos, los primeros momentos en los que comienzo a sentir orgullo por ser de aquí, por volver al calor del hogar un otoño más al que espero sobrevivir.


Qué importa ya, septiembre, a dónde hayas ido. Has consumido hasta los mares.


"Voy a agonizar y voy a perder esto escaso que soy y me dejaré caer hasta no verlo. Hasta sentir ausencia y tenerlo todo claro, convertirlo en hueco y no percibir nada, y esperar paciente esa luz que me deslumbre. Hasta negarme cien veces y olvidarme, por fin, rasgarme los costados y volverme esqueleto hasta partirme. Dividirme, y trastornarme mientras trato de encontrarme, porque sé que habito en mí. Y lo hago, agonizo, sudo y sangro, busco el problema a ciegas dentro de un espacio blanco que chirría. Y balbuceo, doy vueltas de nuevo y muero de rabia. Que no entiendo porqué sólo deseo no estar, porqué sólo me reconforta el olor del frío."