...

Ocho horas en un autobús con destino a alguna parte, sea ida o sea vuelta, dan para mucho... Ocho horas contigo mismo, tan cercano a otras tantas personas que se dirigen al mismo sitio, y tan ausente. Tan abstraido de todo. Lo necesitabas...
Pensar como si el tiempo se hubiera congelado y sólo corriera acelerado en la ventanilla, mientras los ojos buscan inconscientemente algún lugar que merezca la pena donde matar una mirada.
Viajar te hace pensar en lo que dejas, y a dónde te diriges. A qué le das la espalda: a lo que tienes o a lo que quieres... y qué añorarás más. O a quién echarás más de menos: a los que te despiden o a los que te reciben. Y darte cuenta de la importancia que eso tiene. Que haya alguien.