...

Eres tangible. Tan predecible como un láser sin retorno apuntando a tus sienes. Tan alcanzable cual gas mortal inapreciable que se eleva del pulmón a tu cabeza. Cosas que no se oyen.
En este mundo paralelo yo te respiro y tú me expiras, me lastimas reteniendo el aire y caigo, más abajo y nunca dejo de caer, y más abajo aún, para dormir tranquila.
Por eso te tengo. No te tengo. Mi percepción distorsionada acerca de esta pertenencia me lleva a afirmar que entonces existes, pero no existes, por la razón ya mencionada.
Entonces estás y eres, no para mí, lejos de mí, a pesar de mi existencia colindante.
Entonces qué, te pregunto. Y no te pregunto, aunque siempre respondes.
Respondes, silencio. Mis silencios estresores.


*Y tan sólo darse cuenta de que caes en una realidad cuando es otro alguien quien la corrobora ante tu perplejidad.