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De horizontes que se doblan color rosa marchita sin esgrimir argumentos en contra, dispersando su triste reflejo en los sucios cristales de la ciudad, como el brillo que han perdido todas esas llaves que abrían aquellas puertas a las que nunca fui capaz de enfrentarme.
De historias y apologías de mí misma dibujadas en forma de burla y de butacas sin nombre, como todas esas angustias que emanaron del temor de una ausencia que siempre estuvo presente en mi cabeza.
De imágenes que alumbran los caminos de vuelta al punto de partida por excelencia, adolecida y casi adoquinada entera, como el aire que huye de la boca al respirar alisando los sentimientos que me conducen a la antítesis tú-yo que se vuelve cada vez más de cartón y yo más pequeña asonante...