Se agarró a la pared, tomó impulso y volvió dentro. Dejó su cuerpo quieto y se fue.
 Dentro, ¿dónde? De sí mismo. 
¿Entonces? Corrió las cortinas de su vida y buscó en las pilas de cacharros,
mientras algunos caían haciendo estruendo.  
Pero él lo encontró, allí estaba sin apenas tocar, el rincón de los diez años, la habitación antigua, el hueco entre literas.
Y se escondió allí, seguro, al fin.