Hay días en que no buscas nada. No buscas tener una conversación interesante. No quieres andar con prisa ni pedir perdón cuando empujas a alguien por caminar sin cuidado. No quieres carcajadas, no buscas ni cielos interesantes que fotografiar. No quieres apenas gente alrededor, no quieres escuchar más que un grupo, una sola canción en bucle. No rebatir a nadie por no discutir; por no querer, no quieres ni levantarte. No complicar las cosas. No hablar.
Sólo intentar reflejarte en otra pupila en la que estar seguro, y que se lleve la desazón de dentro.
No es tan difícil.