Me quedo la última y espero, a que todo esté en silencio. Luego, salgo de aquí dentro y bailo con la hora, la que sea, no importa. Me deshago en reproches, me entristezco pero no, no tengo tiempo. Entonces pienso, que a veces es lo mismo dormir y gritar, o ser parte de algo que no te provoca sentimiento. Es una revolución y se escapa, se me escapa sin haberla escrito primero. Entonces converso conmigo, leo en las paredes y cuento las gotas, las hojas, las pinceladas de ese Monet que me refugia. Y quiero irme, a rasparme las ideas a otro lado, muy lejos. A golpearlo todo para verlo de nuevo, sin esforzarme en recordar que ya habíamos perdido. A deshacerme de vivir. A buscar la perspectiva buena. A despedirme, aunque ya no quede nadie, porque todo está en silencio.