...

No me agobio, ¿sabes? No me agobio cuando hago las cosas mal. Ni siquiera cuando hago las cosas bien pero debería haberlas hecho perfectas.
Llevo muy a mano, a golpe de mis pasos, la idea de que esto acaba de empezar, pero se terminará fundiendo con algo que me es desconocido. Un día ya no habrá más gestos ni miradas. Y entonces, sólo entonces, importará una mierda el haber hecho las cosas bien o mal. El no haber sido perfecta.
Por eso no me siento responsable, ni me siento culpable. Al final sólo cuenta el haber hecho lo que te piden las tripas. Lo de dentro.




Si estás ahí,

esperando que cambie el año
para cambiar

esperando que sea lo que Dios quiera
para querer

esperando la oportunidad de tu vida
para vivir


esperando que el destino gire
para girar


esperando ver qué sigue
para seguir


Entonces sólo estás jugando a las escondidas con la muerte.
-  Alejandra Dening
Me has dejado más dolor del que he sido consciente jamás. Si fuese posible, ahora me siento más perro verde.  Me has dejado la tristeza que nace a media tarde y nunca se va. Me has dejado sola odiando mi compañía.
Voy a cansarme de ser la que pasa a escondidas por las vidas de otros.
Debería aprender a evitar que las cosas me marquen tanto.
Ser la que decide. La fuerte.

Soy enemiga de la prisa, de las decisiones. Decida lo que decida, el universo voltea
y remueve los días, las personas. Y no da tiempo a pensar si lo haces bien o mal.
Tan sólo asumir. Asumir que todavía no estás haciendo las cosas como quieres.


Serás quién yo quiera que seas.
Querré disolverme en ti, a deshoras.
Servirás de compañía y ausencia en esta guerra.
Me harás daño, cuando así sea.
Callarás cuando calle, en silencio, me odiarás
por no poder rebelarte.
Y yo, te odiaré cuando seas,
te odiaré cuando me roces
y cuando ordene que calles.
Eres quien quise que fueras,
un exceso de una ausencia,
de un hombre al fin y al cabo,
desconocido.
Qué serio esto de la mañana.
Esto de llamar día sólo a la parte coloreada.
Deja que me agarre al aliento de tu monólogo de aire.
Enloquece mi parte hecha de polvo, de cielo acristalado.
Háblame de que se puede matar por alguien.
Que sólo yo puedo salvarme.
Cúbreme la mente.

 En esos instantes en que nos besamos los labios, nos mordemos y nos atrapamos, empiezo a sentirme humana. Tus besos, tu contacto, tu calor me devuelve a mi propia existencia. Y no quiero parar, y te busco. Porque no vale cualquiera. Pero cuando dejo de besarte, eres uno más. Porque sólo eres eso, besos.

Soy muy infeliz viviendo más en mi cabeza que en el mundo,
y aún no he encontrado a nadie que lo pueda entender,
desprovisto de armas y juicios.
Lo único que he aprendido, es que no se puede amar destruyendo.
Y aún así prometo que algún día sonreiré cuando te recuerde.
Primero, necesito volver a reconocerme.
Se agarró a la pared, tomó impulso y volvió dentro. Dejó su cuerpo quieto y se fue.
 Dentro, ¿dónde? De sí mismo. 
¿Entonces? Corrió las cortinas de su vida y buscó en las pilas de cacharros,
mientras algunos caían haciendo estruendo.  
Pero él lo encontró, allí estaba sin apenas tocar, el rincón de los diez años, la habitación antigua, el hueco entre literas.
Y se escondió allí, seguro, al fin.
Lo cierto es que, mientras escribo esto, tú quieres a otra.
Y la quieres, mientras enciendo el aparato de música y me inquieto.
Mientras espero que haya un lugar para nosotros,
mientras espero que me veas, algún día.
Tú has elegido ya, y yo acabo. Y ahora me toca dibujarte.
Que las palabras ya no...
Gracias por haber elegido tu papel para esta obra.
Por haberle dado vida en estos días de invierno, en estas noches cerradas.
Por haber formado parte de esta historia.
Hazme reír, hazme llorar. Seguiré sin saber cuándo abandonar.
Como una mala broma.
A veces, ni el mayor de tus esfuerzos consigue ser algo gratificante.
Personas que te plantean la duda: Tanto, ¿para qué?
Le conocí de tres maneras.
Con la primera ya fui suya.
Fue el ansia de querer adelantarme al mundo.
Sólo quería verte aparecer en una ciudad que odio.
Decían que era el tiempo. Más concretamente, es un reloj de arena.
Se olvida así, cubriendo de arena esa parte de tu vida, a un ritmo lento pero constante.
Poco a poco, los granos van cayendo adecuadamente en ciertos lugares, tapando resquicios.
No es cálida, a veces araña y pica. A veces desearías que parase, pero no lo hace. El reloj jamás se para,
y la caída sigue su curso.
Cada vez que lo piensas, quedan menos lugares descubiertos. En ese instante sabes cuáles,
es un proceso consciente.
Y tu rostro desaparece poco a poco, como lo que fue. Y va quedando un lugar plano y despejado.
Como una playa. La arena forma dunas, pues hay recuerdos que requieren más tiempo.
Entonces dejas de ser tú, y empieza a ser un desierto marrón de piedrecitas minúsculas.
Así puedo empezar a recordarte como algo que no eras, pero de esta forma no hace daño.



Es tiempo de comprender, que tú no eres, que ya no serás.
Que ya no me cubrirás de humo, ni te cubriré de mí.
Que esto se acaba, antes de volar. Antes de soplar, siquiera.
Que nunca más será a mi modo.


Nota mental: dejar de pedir perdón por las cosas que no has hecho con mala intención.
Anoche soñé contigo, viejo amigo. Me diste la mano en sueños y algo en mi realidad se ha estremecido. Hacía tiempo que no te recordaba, que no te veía sacándome pesetas de las orejas o chocolatinas de debajo de la mesa. Me sorprende acordarme de cada detalle de tu casa y lo poco que me gustaba ir, porque era antigua, grande y fea. Solía esconderme mientras veías la televisión, sentado donde siempre, con el bastón a un lado y las gafas con los cristales más gruesos del mundo. No me acuerdo de cuándo te perdimos, no recuerdo la última vez que te vi, pero sé que aquí siempre has faltado, desde que mi madre me llamó una tarde diciéndome que te habías ido al cielo. Me odio en estos momentos, por haber pasado más tiempo jugando bajo la mesa que escuchándote hablar de tus negocios, de tu pasado, de tus aventuras de militar. No pensé que te irías tan pronto ni que algún día tonto como hoy, me ibas a tocar la mano que no dejaba que me estrujaras cuando aún estabas ahí. No puedo dejar de pensar que hayas vuelto a mí por algo, que si te he podido sentir en sueños, ¿podrías haberme sentido tú a mí desde allí? Porque espero que de verdad estés en algún lugar del cielo, donde puedas seguir sacando sonrisas con tus trucos de magia de abuelo. 
Espero que sepas lo que estás haciendo, que lo tengas claro, aun sabiendo a ciencia cierta que no es así, espero que sepas hacer que sí, que todo es una estratagema y lo tienes todo planeado, y al final todo salga bien, porque no pueda ser de otra manera. Espero que conozcas a alguien que llegue a todos los lugares de tu alma que tienes olvidados, que sientas el vértigo del llano y hagas algo genial con él, como todo lo que consigues expresar. Espero que sigas siendo el chico confiado, inteligente, seguro e inquieto que conocí para que no te hagan venirte abajo. Y espero que algún día veas que mostrarlo no es signo de debilidad.
Espero que sepas. 

Felicidades.
Siempre pensé que era importante dejarse la piel en cualquier aspecto de la vida en el que uno se veía implicado. También creía que bastaba ser uno mismo en ciertos momentos, dar lo que uno podía. Me consideraba una persona dentro del mundo, pero cada día estoy más convencida de que hay gente que no sirve para eso. 
Si uno no consigue lo que quiere puede ser porque ha dejado de creer que puede llegar algo mejor y se ha conformado con lo cómodo. Que a la larga, es como volver a tener nada. 
Soñaba y soñaré. 
Es todo eso que alguna vez me dijiste, hace tanto, casi en otra vida: "Estas enferma de ganas".
Sin embargo ahora...
Necesito ir despacito.
Y sentirme así, como me gusta estar. .
"Lo peor es que buscas fuera lo que te sobra dentro".
Despacio.
Y no volver a dar la vida a quien no la entiende.
Sólo quería tranquilidad y entendimiento.

Sabes eso de... ir buscando. Pero todos buscan lo mismo que tú. No te sientes diferente a nadie pero no eres semejante a ninguno. Eliges cuándo abrirte al mundo, siempre demasiado temprano. No quieres nada que puedan ofrecerte, porque eso implica no encontrarlo por ti mismo. Se aprovechan de que saben lo que necesitas. No te dan nada, porque no tienen por qué. Quizá algún día alguien lo entienda.
No sé cuál será este país, pero hace frío. No sé cómo se llama, pero hace ya semanas que vivo en su regazo, que me canta a todas horas, para dormir, porque de noche no lo hago. Desde aquí puedo verlo todo, pero ese todo está conmigo desconectado. Creo que el mundo alrededor intenta hacerme perder la cabeza, pero presto tan poca atención que noto cómo la tierra se desespera, a veces quiebra y gruñe, se lamenta de que toda yo esté hecha aquí de indiferencia, de pies a cabeza, todo son piezas blancas que todo lo reflejan, pero no absorben nada.
Cada paso que das es más exagerado, menos comprensible. Vas volviendo a un lugar que no es desconocido, donde hay más estratagema que verdad. Dejas la luz encendida, no quieres volver, es la enfermedad del tiempo. Has entrado en su vida con esa dulzura que atraviesa el corazón y hace parecer su cuerpo idiotizado. Quisiera dejar de esperar constantemente la guerra, quisiera a veces volver a ser espectadora. No ser la tristeza extendida de una ausencia. Volver a contemplar la obra, cuando aún no te ha roído las arterias. Cuando aún la sonrisa conformista no es la prevista al conversar. Cuando la sorpresa no supera las expectativas. No disputarse las traiciones, o palpar la enemistad con el eco de los pasos. Esos que van tan lentos, esos que ya no reconoces, que no son tuyos ya, que no tiene intención, que se resisten y se entornan, que estás dejando de dar.
¿Te reconoces? ¿No eras tú la loca que escribía en pasos de cebra, publicaba mensajes en periódicos o cambiaba de ciudad unas horas por alguien? ¿Acaso eras consciente de lo que hacías? ¿Pensaste por un momento que podía salir bien? ¿Que alguien respondería de igual forma? ¿Qué esperabas? ¿Que resultase ser una persona especial? ¿Tenías la mínima esperanza de que te conociese un poco? ¿De que supiera exactamente cómo hacerte sonreír? ¿De que, al menos, tuviese la intención? ¿Esperabas que llegase una noche cualquiera, al bar que frecuentas, y se acercase a ti sonriendo a ritmo de una de tus canciones preferidas que previamente pidió para tal ocasión, y te cogiera de la cintura para bailar sintiendo cada uno de tus músculos moverse mientras su mirada se te clavaba en el pecho y se te encogía el corazón haciendo pararse absolutamente todo lo que existe? ¿Te tragaste semejante basura? ¿De verdad piensas que lo necesitas? ¿Cuándo dejaste de esperar? ¿Cuándo dejaste de creer que alguien podía verte de esa manera? ¿Que alguien pudiese creer en ti?

Soy fuerte. Soy grande, tan grande que no puedes conmigo. Volver y no dudar, levantar la mirada, no temblar. Lo tuve todo para vencer, lo tengo ahora. Pero antes no lo entendía. Hice ver a los demás su potencial, ignorando el mío. Soñaba con incapacidades, tenía los músculos reblandecidos, pesados. Mi cerebro ponía las negativas, mi cuerpo se encorvaba más y más. Me hacías pequeña y elegí que eso me afectaría. No te equivocaste señalando los defectos pero hubo más de un instante en que creí que eso era un impedimento. La solución está dentro, no el problema. Nunca me hiciste fuerte, porque siempre lo fui. Tienes suerte, porque a pesar de todo tengo la conciencia despejada, como mi porvenir. 
Esto, a diferencia de como hace un tiempo solía ser, ahora es la última vez que es para ti. Cuando queremos, nos permitimos ser demasiado considerados con personas conocidas que acaban pareciéndose a otras que odiarías. Lo peor es tener que olvidar a una persona que aparentemente ya no existe. Pero, ¿cómo podría existir? ¿Quién podría ser el mismo?
Sin embargo, lo peor sigue siendo asumir que esa porción del pasado que te pertenece, acaba viéndose desde esta perspectiva, como un sinsentido, un cúmulo de surrealismo, un cuadro de Dalí que acaba partido en dos pedazos, separados hasta que se va pudriendo poco a poco, con el tiempo.
No hay vuelta atrás, sólo para volver a la infancia egocéntrica, preguntarse por qué el mundo sigue siendo el mismo mientras uno siente el alma descompuesta, tan injusto que permita pasar por lugares que deberían estar vallados de por vida.
Estupidez, al no avanzar ni siquiera meses después con el insomnio, los nudos, los pensamientos intrusivos, y la desazón al ver vacío un cuarto que antes rebosaba de recuerdos, que ahora han sido secuestrados en un rincón recóndito del cual no puedes esconderte, porque vayas a dónde vayas va a estar ahí, incluso yendo hacia adelante, en ese futuro que ya no tendrás.


...

Tengo la experiencia suficiente como para saber que, cuando se pierde algo en la vida, hay que buscar el modo de reemplazarlo. No es un mecanismo deliberado, al menos no todas las veces. Tampoco se trata de sustituir lo perdido. El proceso puede parecer algo egoísta visto desde fuera, pero realmente no es más que la más pura forma de supervivencia, necesaria e irremediable. Todo aquel ente que pasa por nuestra vida provoca una pequeña revolución en nosotros, muchas veces se aprecia externamente pero lo que es indudable es que nuestro interior se modifica. Ya nada podría ser igual después, de hecho, nunca lo es, aunque el cambio sea simple, tan sutil, tan mínimo. Lo que viene tras la pérdida es un intento de restaurar el equilibrio natural, la homeostasis. Es un 'todo vale' cobarde pero justificado, como si viniera con receta.

...

No, no es un trueno. Es sólo un estruendo. Un derrumbe. Algo cruje y suena, resuena, sin hacer eco. Los niños aún no se inmutan, los adultos se despiertan. Otra vez. Se enciende una luz en el Quinto. En el Primero los sueños aún danzan, libres, vuelan. Los amantes susurran, a oscuras, se tientan. Los niños se desvelan, las mujeres se asoman, los maridos se quejan. Ruido otra vez, qué es. El patio de cabezas, se llena de batas. Ha sido un petardo, gamberros, qué lata, no, no ha sido eso, es una tormenta, he visto rayos, señora no invente, policía, qué escándalo. Madrugan las cisternas, chirrían las puertas, las luces no se acuestan. Los amantes se entremezclan, despacio. Ruido más fuerte, más largo, más raro. Ahoga el jadeo, el llanto, el cotorreo. Muere el pudor, el silencio, se calma el viento. El cabecero, la pared, íntimo encuentro. Los niños se arropan, las mujeres se rinden, los maridos se duermen. El ruido crece y enlentece. Más abajo se sienten, se estremecen. Se han vivido, de noche. Se duermen.

...




A nadie le gusta estar con alguien triste, por eso mismo ellos, la gente en general, la cultura que tenemos del pasar del pasado centrándonos en el ahora, hola alcohol, hola noche, hola sexo sin amor... Todos nos empujan a mirar el mañana sin pensar en aquello que fue que ya no está, sin pensar en el hueco vacío de la cama o en las fotos de la carpeta que ya no vas a mirar. A nadie le gusta estar mal, a ninguno nos gusta estar solos. Suerte a aquellos que les resulte tan fácil, suerte a los que no logren dar una vuelta a la cabeza en un momento de soledad entre tanta mierda superficial.


...


Este, sin duda, es el estruendo más insoportable.
Cae el día, y lo que hice hace dos días suena a lejano pasado. Lo que parecía ser estable, estar bien, era por la capa de barniz. La felicidad no se fuerza, no se compra, no se pide, siquiera. Lo que no hacíamos hablaba, lo que hacíamos era desconocernos más. Y este hueco en mi pecho va creciendo.
Ni siquiera es un estruendo de preguntas; es una avalancha de memorias, de las que quitan sueño, hambre, ganas, piel. De las sinceras, de las bonitas. Hemos abandonado la fábrica de armas y sólo queda nostalgia. Nada más que lo que quisimos y jamás pudimos ser a pesar de ser tantas otras cosas que siempre cuesta sostener. El dolor, el dolor real del que hablaban, ya no es para mí ajeno. Ni siquiera es compañero, es casi un parásito. Se lo va llevando todo mientras respiro, mientras camino, mientras esquivo las conversaciones y me voy evitando ciertas calles. A veces llueve, a veces no, decías tú. Otras veces sale el sol. Y mientras perdemos, mientras los puentes que una vez nos unieron, ahora nos alejan, nos damos cuenta de que jamás volveremos a ser los mismos. No es una cuestión de querer, es el orden natural de las cosas. Sería asqueroso salir indiferente, pretender algo que no es, engañarnos tan rastreramente. Ni siquiera sé si conseguiré ser mejor, no sé si conseguiré un cambio hacia adelante. En este momento querría mirar al futuro y ver que estoy tranquila, con la vida que lleve, con lo que sea esto que estoy construyendo hoy. Verme entera, ni siquiera pido ser feliz.
Nadie puede prepararse nunca para lo peor. La imaginación no hace justicia a la realidad en ningún caso. Sólo puede uno salir adelante si afronta la realidad, no la idea. No se puede saber la magnitud del daño hasta que está hecho, y ya lo que queda es seguir, mirando hacia quién sabe dónde, seguramente, pero seguir, mientras la vida empuja y aguarda algo diferente escondido entre las nubes, porque todo está entre ellas, preparando la calma con cuidado. Y como siempre, todo acaba en revolución, como las cosas que han tenido un significado y una implicación desmesurada, como todo lo que es inigualable. Siempre se me quedarán cortas las palabras para describir lo grandes que hemos sido.
Sólo revoluciones.
lonelyrevolutions.

...

Pasa el tiempo. Y no para de pasar.

Lo único que me quita el sueño.

...

Qué bonito es el amor. ¿Quién no querría enamorarse? Quién querría estar solo y no creerse capaz de todo, hasta de disfrutar de la rutina. Ilusionarse otra vez, pensar que todo puede ser casi infinito; y que, a pesar de tener principio y fin, todo suene tan atemporal...
El no sentirse sólo se ha vuelto un negocio. A nadie le importa que estés solo pero quieren buscarte compañía: '¡Entra aquí, encontraremos a alguien al 99% similar a ti!'. Y ya está, directo a las ofertas 2x1, a los packs dobles, así de fácil.
La compañía y el amor, no van unidas pero, ¿cuál va primero?

Sensación de necesitar siempre un poquito más que el resto para conseguir llegar al mismo lado.

Y pasar el tiempo estudiando los pomos de las puertas.

...

Siempre ha sido así,
la palabra la tiene tan sólo quien puede sostenerla.
Con fuerza o verdad, eso es cuestión de cada uno.

...

En ocasiones se pueden sentir los impulsos de la vida, toboganes hacia arriba, la opción de acabar teñidas de rojo las rodillas, por caernos, porque nos tiran.
Y experimentar la ironía, de sólo querer ascender y sentir que el mundo te aplasta contra los andenes, las esquinas.
Acabar bajo el flexo a las tantas, descrifrando absurdos, sin querer creer en el juego que afirma que cuando uno siente nada, es que dentro no hay nada.

---

Dividir algo insignificante entre un mundo, da poco más de cero.


I could never be the puzzle pieces
(...)
I'm not half what I wish I was
I'm so angry, I don't think it'll ever pass
And I was bad news for you, just because
I never meant to hurt you


...

Si los desnudos son consensuados, entonces secundo viajar en el tiempo que huye entre los enredos de tu pelo.


...

Lo de su obsesión con las nubes nunca fue una garantía de nada, pero sí una vía de escape, o una afición que le hacía sentir bien. Como lo de escribir, pintar... nunca se trató de destacar, sino de hacerlo.



...

Las cosas más difíciles de recomponerse son las que, al romperse, no emiten sonido alguno.



[Aunque ensordezcan una vida]

...

No fuimos un encuentro casual en un día cualquiera,
somos dos mundos que no pueden olvidarse.
Dos, mirando hacia el cielo,
que se ayudan buscando Casiopea
y duermen enredados.
Fue un encuentro, quizá casual
pero necesario para nuestra supervivencia.

...

De esto que vas en el autobús y miras a lo lejos y no hay más que un montón de nubes, ¿sabes? Muchas nubes esponjosas y bajas, encima de las montañas, encima de los edificios. Y corre una brisa que entra por las ventanas, ¿verdad? Porque el autobús va rápido aunque a ti no te importaría tardar un poco más. Y esa sensación grande y rara de sentirse tranquilo con todo. Sabes... eso de sentirse un poco en paz.