
Y ya no ríes, y el miedo te besa sólo a veces, cuando te rindes junto al sol que cuida de ti mientras haces que duermes esas largas y densas noches. Tu boca oculta lo que gritan tus ojos cuando hablas de la vida que planeas en silencio, esa que crees tan lejos que mirar hacia ella te parte en dos, te deja ciega, pero la experiencia te ha ayudado a reconstruirte. Sola, aprendiste a soñar, a subirte a una montaña y creer que, a pesar de todo, estando más alta, estás más cerca del futuro sin nombre que buscas sin descanso.