Roses for the dead

Y de tu risa nace un llanto que tiembla furtivo tras tus párpados, que nunca más querrán volver a despertarse. De tanto temblar, caes (cómo los pétalos de las rosas secas) y te pierdes en lo que algunos llaman soledad, pero tú, que no sabes nada del mundo, te permites creer que tan sólo es otra forma de vida. Así, aprendes a ser infeliz, a acunar tus lágrimas, a flotar invisible por tus días.
Y ya no ríes, y el miedo te besa sólo a veces, cuando te rindes junto al sol que cuida de ti mientras haces que duermes esas largas y densas noches. Tu boca oculta lo que gritan tus ojos cuando hablas de la vida que planeas en silencio, esa que crees tan lejos que mirar hacia ella te parte en dos, te deja ciega, pero la experiencia te ha ayudado a reconstruirte. Sola, aprendiste a soñar, a subirte a una montaña y creer que, a pesar de todo, estando más alta, estás más cerca del futuro sin nombre que buscas sin descanso.