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Quiero escribir. Acerca de todos mis nada. Y mis todo. Quiero escribir sobre mí, sobre lo que soy y decir que me siento muy pequeña, puede que cada día más. Y es lo único que sé.

Quiero escribir sobre las personas que se han quedado conmigo, que no son muchas pero sí suficientes, y lo mejor es que son increiblemente buenas, y decir algo que no suelo decir... que me siento afortunada por tenerlas. Que espero no alejarme y que sin ellas probablemente no sería quien soy, aunque quien sea carezca de valor, pero me han enseñado muchas cosas.

Quiero escribir sobre lo mucho que me gusta, a pesar de todo, esta locura rara de vivir, aun pasando por la monotonía, el dolor y las pérdidas... no me asusta sentir y creo que hacerlo, sentir lo que sea aunque no nos haga precisamente felices, es mejor que no sentir absolutamente nada.

Quiero escribir sobre ti y la piel de gallina que aparece cada vez que te veo; sobre lo mucho que me gusta conocerte; sobre lo fácil que es no sentirse solo cuando alguien te abraza o te acaricia; sobre cómo pasamos de puntillas en la vida del otro y la certeza de que, tras este intervalo, nuestros caminos se separarán. Y supongo que es esa certeza la que me mantiene tranquila.

Quiero escribir sobre lo que no ha pasado todavía, pues creer en algo nos hace seguir caminando. Quiero no centrarme sólo en el pasado para no perderme en él, pero tampoco ir olvidando. Escribir... sobre lo que nos hace o debería hacernos más felices, esos momentos fugaces que te evaden de todo y te hacen volver a la naturaleza más simple y humana. Sobre lo que nos hace tomar conciencia de uno mismo, y ser mejores, y ser capaces de recordar como nos sentimos aquella vez.

Quiero escribir sobre lo absurdas que resultan muchas de las cosas que decimos o hacemos, incluso pensamos. La incontable cantidad de veces que nos equivocamos, que juzgamos precipitadamente, que fallamos o miramos sin los ojos cerrados... y preguntarnos si sería tan difícil de otra forma.

Quiero escribir sobre la fiel compañera de viaje por excelencia, la que está en todas partes y pone en nuestra boca frases que no supimos expresar mejor: la música. Quiero crecer con ella y que me haga pensar, que me inunde y me oiga por encima de su eterna voz mientras grito lo que sé que va a decirme. Quiero necesitarla y no poder olvidar cómo me hacía estremecer, llorar, bailar, crear... en definitiva, sentir. Sentir su inmortalidad.

Quiero escribir cada día que soy una ignorante, y sólo así impregnarme de todo lo que me vaya encontrando por el camino, abrir bien el corazón y no dejar de aprender. Quiero escribir y encontrar alguien que sepa entenderlo, lo respete y me acompañe en ese sentimiento. Necesitamos saber que no estamos solos.

Quiero escribir sobre lo que siempre quise hacer, como conocer bien las estrellas, tocar la guitarra, dedicarme a pintar o planear tener mi propia papelería. Y que no suene absurdo. Quiero hacerlo de verdad y no convertirlos en sueños perdidos en mi mente ni tampoco en garabatos sobre un papel que tiraré dentro de algún tiempo. Quiero escribir sobre los lugares que no conozco, visitarlos y decir, por fin, algo de ellos.

Quiero no conformarme con esto, dejar por escrito que puedo hacerlo y releerlo cuando lo haya hecho. Pensar que puede ser así, que todo debería ser tan fácil. Que complicarlo nos mantiene entretenidos pero nos hace perder un valioso tiempo que corre en nuestra contra.

Escribir lo que sientes, dejar constancia de tu existencia ante ti misma antes que a los demás. Pues ellos viven su vida pero tú estarás contigo para siempre, e incluso a veces, sentirás que sólo te tienes a ti. Aunque más tarde sabrás que es una verdad que no lo es del todo, porque la existencia nos viene también de fuera, de sentirnos alguien para otro alguien, sobre todo para aquellos que son alguien para nosotros... de sentirnos cuidados y, por qué no, queridos.

Quiero escribir... Quiero escribir para siempre, que me faltan cientos de cosas por decir.

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Aire. Aire, por favor.
Aire y tú. Cuadrados de nada.
Cuentos de espejismos
y embriaguez nocturna.
Necesito aire.
Y paredes frías, blancas,
sujetándome la suela.
Y frágiles alas que vuelen alto,
negras, por ti
y mi libertad condicional.