Y yo paso, camino y, en cuestión de segundos, soy menos que antes; me deshago, y pequeñas partículas de mi piel se van quedando atrás, se las lleva el viento mientras yo, inocente, creo que lo que se va es lo que necesita irse y no. Cada vez más esqueleto.

Pasaron dentro de mi túnel, cuatro o cinco meses y unos cuantos años, y también días perdidos.
Cambié de lugar, casi constantemente, sin haberme movido, aparecía antes y después en el tiempo.
Escribía, por placer, por obligación, quizás. Yo ya no pensaba en ello, en cualquier otra cosa, ni en ti. Escribía sobre ti. Sin sentido o sentimiento, estabas y estarás, escribiré y habrá algo de ti, habrá algo en mí.
Y en ese mundo, seguiré del mismo modo, y el dolor seguirá doliendo como si fuera nuevo pretendiendo ser olvido. Nadie querrá entenderlo, y seguiré los días, días perdidos, dentro de lo oscuro consciente de que es tarde para esperar, para esperarle y que sepa, que pertenezco a ese sitio, dueña de un hueco y un bloc, y de cosas que ya no son pero están, y nadie querrá entenderlo.