...

La gente que quiere escuchar verdades se tapa un oído por si así se amortigua el sonido. Tú las quisiste y pudiste escuchar miles saliendo de mis labios, de mis manos, de mis ojos.

Te dije que nunca había dejado de mirar. Te dije que seguía buscando debajo del sofá el momento en que (te) perdí. Te dije que seguía creyendo en los domingos nublados tirada en cualquier lado. Te dije que la lluvia llegó tarde en la noche pero me hice inmune al frío. Te dije que deshice cada uno de los pasos para no seguirte más cuando me sintiera sola. Te dije que ya te había dicho que esto acabaría así. Te dije que todo estaba bien y no miraste atrás.

Quizá porque habías dejado de escucharme mucho antes.

A dónde vas...

...

Y si en este caso, justo en este momento, hubiera que construir puentes entre las palabras, aunque fuera de una manera insospechada, como con una cuchara, no sé si estaría más lejos del absurdo o se me atragantaría la sopa de letras.
Si, en cambio, me veo obligada a destruirlos, quemaría todo lo que he escrito hasta ahora sin mirar junto con las yemas de mis dedos, para no agarrarme a nada más.
No quiero tener que leer en otros libros cómo llegar, no quiero resultados en la página de atrás para incógnitas imposibles pero no puedo dejar este problema a medias y hace un mes que dejé de pensar.

...



Would you die for me? If I say please?
Would you sacrifice?
Would you call my name?
There's no other way out to live with it
I will knock on you door every night to beg you
I will write your name on the wall everyday
To show you the way.
I'll never kill you
I'll tell you
I'll tell you to
I'll tell you how
I'll tell you how to do.
On the second day, I'll bring you flowers.
Cause you're more beautiful than any woman I've sean
And the small of the rose will be the last thing
You'll recall when you will be dead
So read you name.
Just one please
My hand, your blood.


[ENORMES]

...


Ando sumergida en burbujas de oxígeno que llaman realidad, tratando de encontrar y con pretensiones de delimitar la relatividad. Quizá incluso, si alcanzo mi objetivo, esconderla en la mano izquierda tras la espalda.
No tacho de mentirosos a aquellos que me han hecho creer que los horizontes eran infinitos y que las nubes desaparecerían, pero esas personas que han dejado de plantearse ciertas cosas mirando al cielo insisten desesperados contra mi terca voluntad en que ese punto que mi ojo capta al fondo es hasta donde puedo llegar y la evidencia contraataca haciendo que las nubes de tormenta siempre vuelvan, siempre.
No se sabe bien por qué, ni está claro cuándo o cómo, acaba apareciendo dentro de toda esta ebullición de relatividad un halo de claridad. Por razones insospechadas, el corazón decide por sí mismo y emprende su camino tras algo, una búsqueda que queda suspendida entre dos puntos borrosos y difuminados. Si éstas razones no se comparten, el corazón se aflige pero no se rinde, porque ha fijado un punto en el infinito. Incluso con nubes de tormenta.
En mi búsqueda, por el momento tan sólo encontré que la relatividad es relativa. Que no siempre es susceptible de ser planteada, porque en ocasiones es brutalmente aplastada por otras evidencias, que no son relativas y, por tanto, deberían ser el motor de nuestra propia búsqueda de horizontes nuevos que no sean tachados de inexplorables por aquellos que se han cansado de soñar.

...


No me había dado cuenta de que no existías. Acabo de caer en ello como una gota de lluvia aparece de repente en un día soleado. Hace medio minuto que me he proclamado consciente tal hecho, como una inoportuna revelación, como el golpe de una nube contra un edificio.

Sabes como la sensación que deja cuando uno se aleja y no quiere, pero da media vuelta y sigue caminando.

Pero sí existes, aunque no donde yo quiero, no cuando necesito. Se trata más bien de un deber de convertir algo en lo que no es. Una cuestión de engañarse a tiempo, algo que siempre ha parecido hacer efecto.

Porque yo vivo en un lugar donde nunca pasa de moda enredarlo todo y complicar lo simple...


...

Todo es una pregunta. Por hoy no me apetece responder.

...

No hay demasiada utilidad en coger una regla y medir un trozo de papel. La habría si el trozo de papel representase un sentimiento o algo que no se pueda ver a simple vista, pero que a veces es importante medir. Las medidas de lo que no existe. Más bien, de lo que existe pero no es observable. Para saber qué sientes exactamente, para saber hasta dónde puede llegar lo que siento yo. Para saber la longitud de un pensamiento, por si es tan largo que pueda lanzarlo por una ventana y que llegue a ti, como un puente. O que no tenga medida y no sepa cómo controlarlo, que se me vaya de las manos. Todos los centímetros de tu piel bañados en distancias, todos los míos envolviendo algo que no sé explicar (ni medir). Y además de sin medida, sin remedio.

...


Contigo nunca aprendo, contigo siempre dando traspies. Tú, que eres éste, aquél y eres todos los demás. Y eres el tiempo, la luz, la música y los sueños. Y las inseguridades, los miedos, los silencios...
Contigo pinto y sin ti emborrono. Despejo o confundo. Me acerco o me alejo. Dependo.
Siempre colgando de tu mochila y, dependiendo del día, soy feliz.


...

No he vuelto a ver ese amanecer ni tú has vuelto a hablar de él. Si lo pienso vuelvo a estar ahí y escucho el silencio roto únicamente por el obturador de la cámara, pero no lo hago porque no estoy segura de que quiera volver. Desde aquí todo se ve, no peor, pero sí más frío que aquel día y he de reconocer que no me disgusta del todo esta visión, porque quizá no me convencía del todo la otra... no lo sé.
No sé hacia dónde nos llevan las decisiones que vamos tomando, ahora mismo es dificil describir en qué lugar y momento me encuentro. Todo es incertidumbre (de la que se incrusta en el estómago y hace que brillen los ojos). Si me inunda la nostalgia sólo queda apaciguarme en esos días, en las madrugadas frías y los cielos en transición que se reflejaban en el objetivo, que es el único que siempre consigue salir impasible.

...

En lo que se refiere a nosotros mismos, siempre poseemos información privilegiada. En lo que se refiere a mí, la poseo íntegramente y este hecho me otorga bastante poder (uno que no desearía tener, realmente).

Cuando conocemos a las personas nos damos cuenta de lo que quieren, de lo que buscan o esperan, del tiempo que dedicarán a invertir en la relación, sea ésta de cualquier tipo. Yo, que además de nacer defectuosa también salí un 40% pesimista, creo que, a pesar de haber hecho tantos esfuerzos en conocer a una persona en particular (llámalo ilusión, curiosidad o estupidez), no debo esperar nada de ella porque yo tampoco espero nada de mí.
Mejor es mantener alejado todo aquello que pueda importarme, porque si se acerca demasiado y por esa causa, se aleja, posiblemente me costaría recuperarme.

Igual es mejor esconderlo en una mano tras la espalda. Igual la idea nunca debió salir de mi cabeza.


...

A mí me sorprendía tu tranquilidad, tu temple serio ante los acontecimientos. Tú te quejabas de que era una persona de pocas palabras.
M: ¿Cómo eres así?
X: Así, ¿cómo?
M: Tan frío.
X: ¿Y tú por qué sólo hablas para preguntar?
M: No me has contestado, parece que vas por el mundo sabiéndolo todo. Por eso yo pregunto cosas, para seguir aprendiendo.
X: Yo me hago las mismas preguntas, pero no lo digo en alto.
M: Pues hazlo, igual un día te sorprendes.
X: El día que dejes de escribir y empieces a hablar más... sí que me sorprenderé.
M: Pues da por hecho que algún día escribiré sobre esto. ¿Qué te parece?
(Silencio)

Una vez que te acostumbras a un tipo de juego, es dificil que de un día para otro puedas olvidarlo. No siempre sale todo bien, tal y como queremos o hubiésemos pensado... pero cuando todo cambia caes en la cuenta de que las cosas empiezan a salir bien cuando se entiende a la otra persona más que compartir lo que ella hace.