Les odiabas, no querías ni mirarles. Pero, algo en el fondo, quería parecerse a ellos. Se veían felices, despreocupados. Siempre rodeados de gente, siempre siendo los primeros en enterarse de algo. Pero no podías encajar. No te interesaban las mismas cosas, ni la ropa, ni la música. Tú lo sabías, pero ellos desde mucho antes. Que nunca serías así, de esas personas a las que estás deseando llamar para contarles de lo que habla todo el mundo y salir a donde sale todo el mundo. Tarde, comprendiste que su aceptación no valía traicionarte a ti mismo. Y eso, solamente pudo alejarte más. Creías que eran modelos a seguir pero aún recuerdas sus burlas pendientes de todos tus actos. Nunca, nunca puedes salir de ahí. Porque la vida no deja de ser eso mismo, se repite en casa, se repite en el trabajo, se repite allá donde vayas. Y lo único a lo que puedes aspirar es a encontrar algún sitio donde ser eso que eres, esté bien. Tener tu espacio para respirar sin sentir que incluso algo tan sencillo, cuesta. Intentar que cuente que eres la mejor persona que has podido llegar a ser dadas las circunstancias.