Ha llegado por fin. La lluvia ha llegado a Madrid. Lo ha sumergido todo en desconcierto y un aire de melancolía. La tormenta repentina y deseada. La ciudad se estanca y parece desordenada, sombría, pero para mí es el momento en el que más viva está. Los lienzos espontáneos por culpa del vaho. Las primeras hojas de la estación nadando presumidas en los charcos que hacen de espejo para el manto acromático que se extiende en el cielo. Los colores de la temporada se engrandecen en estos, los primeros momentos en los que comienzo a sentir orgullo por ser de aquí, por volver al calor del hogar un otoño más al que espero sobrevivir.