...

Acabo de despertarme. Primero paso por ese segundo rápido que me hace preguntarme dónde estoy (aún no me acostumbro a haber cambiado la posición de la cama desde que mi hermana se fue) y qué día es. Una vez ubicada, veo que estoy sumida en una maraña de cables de espalda para abajo. Últimamente la forma más eficaz de dormirme resulta escuchando algo de música antes, y aún así sigo dando vueltas y vueltas... Percibo un olor bastante apetecible que viene del patio, colándose junto con un poco de luz por la ventana que siempre dejo abierta. Tengo calor aunque mis pies están fríos, como mis manos, y a pesar de mis intentos de buscar a Scott con los ojos aún cerrados intuyo que habrá acabado en algún lugar del suelo, posiblemente al lado de los calcetines negros que lancé anoche por el aire al acostarme. Creo que el estado de mi habitación es verdaderamente inhabitable, pero eso, claramente, no es lo que me quita el sueño. No sé por qué tengo la sensación de que es tarde y un ligero sentimiento de culpa me empieza a invadir, porque tengo que hacer demasiadas cosas, más de las que me siento capaz y muchas más de las que me apetece hacer. Opto por evitar la opción fácil y me levanto porque me autoconvenzo rápidamente de que estando entretenida no voy a pensar.
El día está soleado aunque ha estado lloviendo toda la noche. Entonces esta idea se aparece fuerte ante mí: me apetece que sea domingo, un domingo de esos en que tienes algo de resaca; me apetece que esté muy nublado y que las gotas no dejen de caer, que si acaso alguien pueda rescatarme para dar una vuelta en este día en que para mí el tiempo queda en suspenso; que haga algo de frío y no tener mucho que hacer más que sobrevivir a él.
Se me ha ido la cabeza en estos últimos minutos y vuelvo a ser consciente del presente como si un hilo hubiera tirado de mi pie izquierdo que volaba ya muy lejos y me hiciera entrar por esta ventana que, por cierto, aún sigue cerrada y debería abrir para que el aire entre y deje que la habitación y yo podamos respirar, para que vuelva en mí (para que vuelva a ti desde aquí) y siga buscándome en largos escritos que no dicen nada.