Decían que era el tiempo. Más concretamente, es un reloj de arena.
Se olvida así, cubriendo de arena esa parte de tu vida, a un ritmo lento pero constante.
Poco a poco, los granos van cayendo adecuadamente en ciertos lugares, tapando resquicios.
No es cálida, a veces araña y pica. A veces desearías que parase, pero no lo hace. El reloj jamás se para,
y la caída sigue su curso.
Cada vez que lo piensas, quedan menos lugares descubiertos. En ese instante sabes cuáles,
es un proceso consciente.
Y tu rostro desaparece poco a poco, como lo que fue. Y va quedando un lugar plano y despejado.
Como una playa. La arena forma dunas, pues hay recuerdos que requieren más tiempo.
Entonces dejas de ser tú, y empieza a ser un desierto marrón de piedrecitas minúsculas.
Así puedo empezar a recordarte como algo que no eras, pero de esta forma no hace daño.



Es tiempo de comprender, que tú no eres, que ya no serás.
Que ya no me cubrirás de humo, ni te cubriré de mí.
Que esto se acaba, antes de volar. Antes de soplar, siquiera.
Que nunca más será a mi modo.


Nota mental: dejar de pedir perdón por las cosas que no has hecho con mala intención.
Anoche soñé contigo, viejo amigo. Me diste la mano en sueños y algo en mi realidad se ha estremecido. Hacía tiempo que no te recordaba, que no te veía sacándome pesetas de las orejas o chocolatinas de debajo de la mesa. Me sorprende acordarme de cada detalle de tu casa y lo poco que me gustaba ir, porque era antigua, grande y fea. Solía esconderme mientras veías la televisión, sentado donde siempre, con el bastón a un lado y las gafas con los cristales más gruesos del mundo. No me acuerdo de cuándo te perdimos, no recuerdo la última vez que te vi, pero sé que aquí siempre has faltado, desde que mi madre me llamó una tarde diciéndome que te habías ido al cielo. Me odio en estos momentos, por haber pasado más tiempo jugando bajo la mesa que escuchándote hablar de tus negocios, de tu pasado, de tus aventuras de militar. No pensé que te irías tan pronto ni que algún día tonto como hoy, me ibas a tocar la mano que no dejaba que me estrujaras cuando aún estabas ahí. No puedo dejar de pensar que hayas vuelto a mí por algo, que si te he podido sentir en sueños, ¿podrías haberme sentido tú a mí desde allí? Porque espero que de verdad estés en algún lugar del cielo, donde puedas seguir sacando sonrisas con tus trucos de magia de abuelo. 
Espero que sepas lo que estás haciendo, que lo tengas claro, aun sabiendo a ciencia cierta que no es así, espero que sepas hacer que sí, que todo es una estratagema y lo tienes todo planeado, y al final todo salga bien, porque no pueda ser de otra manera. Espero que conozcas a alguien que llegue a todos los lugares de tu alma que tienes olvidados, que sientas el vértigo del llano y hagas algo genial con él, como todo lo que consigues expresar. Espero que sigas siendo el chico confiado, inteligente, seguro e inquieto que conocí para que no te hagan venirte abajo. Y espero que algún día veas que mostrarlo no es signo de debilidad.
Espero que sepas. 

Felicidades.
Siempre pensé que era importante dejarse la piel en cualquier aspecto de la vida en el que uno se veía implicado. También creía que bastaba ser uno mismo en ciertos momentos, dar lo que uno podía. Me consideraba una persona dentro del mundo, pero cada día estoy más convencida de que hay gente que no sirve para eso. 
Si uno no consigue lo que quiere puede ser porque ha dejado de creer que puede llegar algo mejor y se ha conformado con lo cómodo. Que a la larga, es como volver a tener nada. 
Soñaba y soñaré. 
Es todo eso que alguna vez me dijiste, hace tanto, casi en otra vida: "Estas enferma de ganas".
Sin embargo ahora...
Necesito ir despacito.
Y sentirme así, como me gusta estar. .
"Lo peor es que buscas fuera lo que te sobra dentro".
Despacio.
Y no volver a dar la vida a quien no la entiende.
Sólo quería tranquilidad y entendimiento.

Sabes eso de... ir buscando. Pero todos buscan lo mismo que tú. No te sientes diferente a nadie pero no eres semejante a ninguno. Eliges cuándo abrirte al mundo, siempre demasiado temprano. No quieres nada que puedan ofrecerte, porque eso implica no encontrarlo por ti mismo. Se aprovechan de que saben lo que necesitas. No te dan nada, porque no tienen por qué. Quizá algún día alguien lo entienda.
No sé cuál será este país, pero hace frío. No sé cómo se llama, pero hace ya semanas que vivo en su regazo, que me canta a todas horas, para dormir, porque de noche no lo hago. Desde aquí puedo verlo todo, pero ese todo está conmigo desconectado. Creo que el mundo alrededor intenta hacerme perder la cabeza, pero presto tan poca atención que noto cómo la tierra se desespera, a veces quiebra y gruñe, se lamenta de que toda yo esté hecha aquí de indiferencia, de pies a cabeza, todo son piezas blancas que todo lo reflejan, pero no absorben nada.
Cada paso que das es más exagerado, menos comprensible. Vas volviendo a un lugar que no es desconocido, donde hay más estratagema que verdad. Dejas la luz encendida, no quieres volver, es la enfermedad del tiempo. Has entrado en su vida con esa dulzura que atraviesa el corazón y hace parecer su cuerpo idiotizado. Quisiera dejar de esperar constantemente la guerra, quisiera a veces volver a ser espectadora. No ser la tristeza extendida de una ausencia. Volver a contemplar la obra, cuando aún no te ha roído las arterias. Cuando aún la sonrisa conformista no es la prevista al conversar. Cuando la sorpresa no supera las expectativas. No disputarse las traiciones, o palpar la enemistad con el eco de los pasos. Esos que van tan lentos, esos que ya no reconoces, que no son tuyos ya, que no tiene intención, que se resisten y se entornan, que estás dejando de dar.
¿Te reconoces? ¿No eras tú la loca que escribía en pasos de cebra, publicaba mensajes en periódicos o cambiaba de ciudad unas horas por alguien? ¿Acaso eras consciente de lo que hacías? ¿Pensaste por un momento que podía salir bien? ¿Que alguien respondería de igual forma? ¿Qué esperabas? ¿Que resultase ser una persona especial? ¿Tenías la mínima esperanza de que te conociese un poco? ¿De que supiera exactamente cómo hacerte sonreír? ¿De que, al menos, tuviese la intención? ¿Esperabas que llegase una noche cualquiera, al bar que frecuentas, y se acercase a ti sonriendo a ritmo de una de tus canciones preferidas que previamente pidió para tal ocasión, y te cogiera de la cintura para bailar sintiendo cada uno de tus músculos moverse mientras su mirada se te clavaba en el pecho y se te encogía el corazón haciendo pararse absolutamente todo lo que existe? ¿Te tragaste semejante basura? ¿De verdad piensas que lo necesitas? ¿Cuándo dejaste de esperar? ¿Cuándo dejaste de creer que alguien podía verte de esa manera? ¿Que alguien pudiese creer en ti?