Cursiladas

Eras una fotografía que te hice, podría ser, en otra vida. Y es que todo lo que sé de ti flota en el aire y no sé hasta qué punto he sido yo la que te ha creado.
Sé que existes, pero tu voz es un bonito recuerdo, de los que guardo con más cariño y en el que suelo pensar en mis noches difíciles. Pero tan sólo eso... y sigue sin bastarme.
Ahora respiras... no sé dónde, no puedo verte. Hace algo de tiempo que dejamos de alargar nuestras manos acortando así nuestros caminos. Las cosas se complican cuando les pones un diminuto grano de sentimiento, la más mínima implicación.
Nada ha cambiado, creo... seguimos caminando bajo cielos diferentes y tú te empeñas en aferrarte en mi mente, porque la que te encierra en el corazón sigo siendo yo, la misma de siempre, la que persigue tu imagen y memoriza tus palabras, las pocas que ahora compartimos... y recuerda las incontables sonrisas que has sido capaz de dibujarme desde unos cuantos kilómetros al sur. Y es que estás lejos... y no puedo pedir más, porque quizá haya más que distancia entre tú y yo. Es difícil de explicar todo esto... y siento que hablo por hablar. Sólo sé que estás presente (pero no estás) y que daría demasiado por un segundo en que tu destino y el mío se unieran en el mismo tiempo que una vez quiso que me enganchase a tus ojos azules, y verlos de una vez por todas brillar...