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Si me ves darme la vuelta y alejarme, no pienses que ya no me importa. Lo más probable es que vuelva.
Tan sólo es temor a que pueda terminar lo que una vez empezó.
Que seas tú el que se vaya y no haya más piezas que mover, sin juegos a los que jugar ni nadie que pueda perder. Al menos otra vez. Por eso prefiero no mirarte del todo, no acabar de abrazarte. Porque así puedo tener alguna razón por la que volver, por la que volver a encadenarme. Para que no acabe jamás. Llámame absurda. Soy una absurda con alergia a los finales y se va...