Creo que no se van a ir nunca de aquí. Sé que se estarán siempre, atormentándome los sueños. Confirmando mi torpeza cuando se me tuerza el mundo. Riendo los tropiezos. Siendo el eco de la inseguridad de los trece años. Y aún no asumo que tenga que convivir con ello. ¿Sabes eso de que no habrá paz hasta que una parte acabe con la otra...?
Cuántas estupideces habremos hecho por los demás. Cuántas veces habremos hecho estupideces "por nosotros". Decir que lo que haces es por el placer de sentir el egoísmo brotar en algún ínfimo espacio de dentro. Porque de otra manera, sería desmerecer el acto; porque, de otro modo, estarías echando balones fuera. Y somos conscientes al cubo, de que lo hacemos porque es necesario para seguir existiendo. No se trata de buscar ningún motivo externo... al revés, va directo a lo más profundo del pecho. Esa necesidad de necesitar a otro porque lo necesitamos. Así, redundante y pomposo. Empezar a agarrarte, encenderte, desnudarte, comerte, buscarte, pedirte y robarte, sólo por llenarme entera y rebosar, de lo que sea.