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Eres un ser caminando una mañana temprana de noviembre que estrena la porción de sol que le ha tocado, con un gorro negro en la cabeza para no dejar escapar ideas de más. Eres una imagen en tres dimensiones algo difusa y confusa para los restantes millones de personas con las que compartes humo en tu ciudad.
Eres una ráfaga de aire para el que te intuye con prisa y un fantasma de ojos tristes reencarnado para el que te alcanza a mirar a la cara. Eres alguien de luto para la niña colegiala colorista y un ser raro para los pares de miradas arrugadas que caminan cogidos de los brazos.
Eres un fragmento de ti misma representado a segundos en el escenario de tu vida, eres un pedacito de lo que fuiste hace unos años y lo demás es una obra en construcción sin fecha de final. Eres una ilusión en tu cabeza que no consigue comprimir esa belleza de la que hacen gala los artistas y poetas que lograron cautivarte. Eres más que un hecho, eres el más vivo recuerdo de un alguien que serás algún día.
Eres quien no puede dejar de lado la pesadilla de convertirse en esa persona que recuerde con odio la que fue por no saber hacerlo mejor, la que es hoy, la que está aquí, la que escribe sin papeles pues los pierde, la que tiene miedo de preguntarte lo que no sabe, la que ahuyenta el tiempo e intenta el día y habla en balde.