Hay días en que, simplemente, comprendes que el punto de llegada es más parecido al de partida de lo que hubieras podido soñar. Las cosas dan vueltas, pero sólo eres consciente cuando el mundo permite que, por un milisegundo, asomes la cabeza por tu lado del asiento. Sentir la luz en la cara y el aire fresco.
Dicen que se puede volver al lugar, pero no al tiempo. Pero nadie cuenta con los que nos estancamos en ciertas etapas. Entonces, el tiempo nunca pasa. Por mucho que digamos que hemos cambiado, crecido, superado el pasado. Al final sólo eres una persona asustadiza y que se siente segura en lugares y pensamientos que nunca nadie conocerá.
Tengo un problema: escribir me hace llorar.