...


Saltó sobre cientos de lunas para llegar a alguna parte,
para ver su reflejo ahogarse en la inmensidad oceánica
y aprender a echar de menos las soledades de su vida.
Guiñó cada segundo mientras escapaba,
la tierra fue el cómplice y el cielo su manto fúnebre.
Notó la humedad de los pies escurrirse desde su corazón,
y el silencio comenzó a gruñir en forma de marea,
y se deshizo en lágrimas, sus horizontes se durmieron,
y sus sueños se perdieron en la arena...