Son cerca de las ocho en algún lugar del mundo y yo, sentada en la cama, con una pila de ropa por ordenar a mi lado elijo ser totalmente improductiva lo cual no es muy maduro por mi parte. No sé si serlo implica planear lo que vas a comer esta semana o limpiar los sábados por la mañana. Hay una parte de mí que no creo que vaya a crecer nunca. Considero que es indispensable que esto pase para seguir abrazando la ilusión de esa forma que ya no se ve en la mirada de nuestros padres. Qué tristeza pensarlo, me da pánico crecer. Todo lo que puedo perderme si dejo de mirar al cielo. Hoy es una tarde de esas que huele a lluvia y tengo miedo. A veces me siento como una proyección de mí misma. Lejos, como si alguien quisiera agarrarme de la mano y yo no siento nada más que aire flotando. Creo que todo es mejor cuando no esperas nada. ¿Cómo será lo que sienten los demás sobre sí mismos? Me pregunto si también sufren insomnio. Si todos los ruidos del mundo los pueden escuchar en las horas en las que sólo debería haber sueños. Dime si a ti también te gusta el helado de menta y chocolate, o qué sientes tú al soñar.
Es inevitable sentirse algo indefenso. Unos aprenden y supongo que otros tratamos de no ahogarnos. Es una lucha constante en la que hubiera deseado ser otra persona, tener otras habilidades, estar hecha de otra pasta. Ya me lo dijeron una vez. Pero está bien.Todo lo que pasa te empuja hacia experiencias que tienes que vivir, dicen. Me aburren los tópicos y estoy tan cansada de las palabras. Hastiada por el tiempo, por el cambio. Es terrible sentir pena por lo que no serás o por lo que fuiste. Por lo que no puedes controlar pero, al fin y al cabo, se ha vuelto parte de tu esencia. Ellos lo etiquetan, lo llaman ansiedad, lo curan con pastillas. Esto es mucho más. Está aquí, salpicándolo todo. Lo siento dentro, como se siente que un órgano no acaba de funcionar bien, enfermo de algo que no se puede expresar con palabras porque parece un dolor de otra vida, que viene de antes incluso de haber empezado a andar. Será eso posible, será eso entonces una respuesta, un alivio para el día, una forma de seguir tirando por inercia. Será acaso lo que me dijeron una vez, que no estaba hecha para el mundo y yo he construido sobre eso. O es que es mucho tiempo cerca de Vilariño o de Pizarnik que ya no sé dónde está mi voz. Es inevitable sentirse absurdo ciertos momentos del día y recurrir a la escritura sin saber bien qué decir. Como esos tiempos en los que trataba de no ahogarme.