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Noches de verano de matiz grisáceo, sin caducidad, sin enchufe, para quemarse sin sol...
...y odiarse los amaneceres, las tardes y quererse barata las noches, acompañada.
...y desandarse la vida, añorando estar allí sin estar del todo aquí, perdiendo la cabeza.
...y prendiendo las farolas de bandas sonoras y, en algún escondite, echar de menos lo que nunca tuvo del todo.
...y no ser perseguida más por una estrella, y ver toda capacidad de soñar morirse como se morían las olas al romperse en sus pies, no hace tanto...

2 comentarios:

Yshka dijo...

¿Y tú eres la que me dice que se queda sin palabras? Me quedo con la boca abierta cada vez que te leo. No sé cuantas veces te lo habré repetido, o si lo haré a partir de ahora, pero soy afortunada de haberte "encontrado", y saber que siempre estarás ahí :).
Eres grande, aunque tú aún no te des cuenta.

[Q] dijo...

Recuerda que la vida de la ola no terminaba en la orilla al romper bajo tus pies, sino que era entonces cuando volvía a nacer...

La vuelta de un viaje, y más ahora al final del verano, supone una nueva etapa, pero no tiene por qué ser peor... encontrarás una estrella que vuelva a perseguirte y conseguirá hacerte reir de nuevo, enseñándote que todo tiene su lado bueno...

No dejes de sonreir pekeña :***