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Con las manos más frías de lo normal e inoportuna fuga de palabras. Cuando pensar pierde el sentido y el no hacerlo te deja en peor situación que al principio. Donde nace un ligero brillo en los ojos y el calor de tus mejillas queda disimulado por la noche. Como imaginaste una vez que sería, lejos de las películas.
Allí te vi pasar. Pasada la medianoche. No debí pensar.