El señor del banco de la calle paralela, ahora es conocido como 'el borracho', pero alguna vez, él sabe en qué lugar de su memoria, fue tratado precisamente de 'señor'.
Las circunstancias nos van haciendo bailar en terrenos que no elegimos. Que ni siquiera nos representan de algún modo. No se puede escapar uno tan fácilmente de la vida, y menos de la gente. Las personas somos un cáncer. Nos etiquetamos los unos a los otros, ponemos palabras por el mundo y hacemos que nos sigan, y nos siguen, porque siempre hay quién prefiere no pensar. 
Y cuando lo único que se pretende en el mundo es ser uno mismo, que tu propia definición de ti y de la vida sea la que se imponga a la hora de juzgarte, estamos jodidos, porque no se puede competir con la multitud, con lo que han decidido que seas.
Lo gracioso es que muchas veces esos descerebrados son los que aciertan cuando nos dicen que estamos nerviosos, tristes o simplemente raros, y lo ocultamos. Que pensamos que nos va mejor engañándonos a veces a ver si se pasa lo que se tenga que pasar. Y nos volvemos como las personas que siempre criticamos.
Como para entender algo...