
He aprendido que tengo que aceptar las cosas como son, saber lo que me hace sentir bien o mal, ser la mejor amiga de mí misma, actuar en congruencia con lo que soy y no tener prisa por vivir. Soy de las muchas personas que no están contentas con su presente pero que confían ciegamente en que algún día todo eso irá cambiando, porque a todos nos llega nuestro momento, tarde o temprano.
Y continúo respirando, miro al frente, paro el tiempo y busco algo (lo que sea) que haga de motor... y arranco. A mi propio ritmo, marcando pequeños pero incesantes pasos hasta que deja de importarme que el mundo me vaya ganando.