...


Contigo descubrí a Marta. Marta tranquila, Marta sosegada, Marta paciente.
¿Esperanzada?
Despejada. Contigo fue, contigo una tarde, otra tarde, y otra...
Allí donde sola no aprendía lo terapéutico que hay en sentarse, con los últimos rayos de sol del día, y dedicarse a la gran tarea de mirar. Contigo comentando a un lado. Tranquilo, sosegado, paciente.
¿Feliz?
Pero el invierno barre lo que las personas no consiguen matar por sí solas. Entonces es cuando uno decide si se quiere ser más fuerte.
Entonces, descubrí a Marta. Inexpresiva, decepcionada, confundida.
Marta sin ti.

2 comentarios:

la chica del ático dijo...

Las dos caras de una misma moneda...

P. dijo...

Y no crees que quizás la mejor opción es no necesitar nunca que nos completen? Quizás no tenga nada que ver, pero es la sensación que me asalta estos días, y tus palabras me han transportado a esa duda...