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He llegado tan lejos sin tu ayuda. He vivido tanto y tan intensamente sin que seas partícipe de ello, sin tenerte al otro lado de la orilla facilitando o entorpeciendo mi camino. He hecho tanto sin necesitar tu vida directamente perpendicular a la mía, sin tu compañía.

Pero me vas dinamitando los muros, como tú sabes, muy despacio. Y yo me voy haciendo vulnerable, sólo como yo sé, sin remedio, y me voy rindiendo. Sin entenderlo, sin quererlo... de verdad, no lo necesito ahora.

Y volver a depender inconscientemente de algo, y creerme que soy mejor contigo, y pensar que con tu mirada puedo llegar más lejos, y sufrir por tus ausencias, y que mi ánimo dé vueltas a tu manzana, y que la vida sea mejor o peor si despierto a tu lado, y creer en un momento dado que he perdido mi cerebro, y mi voluntad girando con la tuya, y que mi cabeza vea un futuro compartido, y pensar en par más que en unidad, y creer que todo es para siempre, y que todo brille más, y perderme por completo.
Y todo eso que había olvidado o no quería recordar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque levantemos muros de hormigón a nuestro alrededor queda demostrado que el amor puede con todo. La necesidad que te envuelve al depender de otra persona supera los límites de la razón. Digamos que el amor por sí solo crea un nuevo muro, mucho más fuerte, pero a la vez más vulnerable.

P. dijo...

Me pregunto si eso es malo, ser así, necesitar a alguien para alcanzar, para tener un fin mejor, para estar seguro, o para ser lo que esperamos llegar a ser. Muchos logran esos objetivos a solas, y supongo que es genial. Pero otros sencillamente nos comportamos de otra forma, y vemos mejor hacia el infinito si una personita nos despeja la vista...