En esos instantes en que nos besamos los labios, nos mordemos y nos atrapamos, empiezo a sentirme humana. Tus besos, tu contacto, tu calor me devuelve a mi propia existencia. Y no quiero parar, y te busco. Porque no vale cualquiera. Pero cuando dejo de besarte, eres uno más. Porque sólo eres eso, besos.
Se agarró a la pared, tomó impulso y volvió dentro. Dejó su cuerpo quieto y se fue.
Dentro, ¿dónde? De sí mismo.
¿Entonces? Corrió las cortinas de su vida y buscó en las pilas de cacharros,
mientras algunos caían haciendo estruendo.
Pero él lo encontró, allí estaba sin apenas tocar, el rincón de los diez años, la habitación antigua, el hueco entre literas.
Y se escondió allí, seguro, al fin.
Lo cierto es que, mientras escribo esto, tú quieres a otra.
Y la quieres, mientras enciendo el aparato de música y me inquieto.
Mientras espero que haya un lugar para nosotros,
mientras espero que me veas, algún día.
Tú has elegido ya, y yo acabo. Y ahora me toca dibujarte.
Que las palabras ya no...
Y la quieres, mientras enciendo el aparato de música y me inquieto.
Mientras espero que haya un lugar para nosotros,
mientras espero que me veas, algún día.
Tú has elegido ya, y yo acabo. Y ahora me toca dibujarte.
Que las palabras ya no...
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